“En la época prehispánica se hacía la papalotlaxcalli, o pan de mariposa, exclusivo de la ceremonia de ofrendas. Era una tortilla en cuya masa se imprimía un sello en forma de mariposa. Las ofrendas de Día de Muertos tienen su origen en las culturas prehispánicas y se parecen mucho a las actuales”. – Gobierno de México.
Este fin de semana, las mesas estarán llenas de dulces y recuerdos; veremos niños y adultos convertidos en personajes que llenan el corazón. Halloween, más allá de cualquier connotación religiosa, nos permite a todos ser superhéroes, animales de la selva, comida o cualquier cosa que soñemos ser. Es un fin de semana colorido, lleno de magia y, ¿por qué no?, de uno que otro bocado nuevo por probar.
Este año coinciden dos fechas importantes: Halloween y el Día de los Muertos. Repito, no es un tema que deba teñirse de religiosidad. Por el contrario, se trata de un momento que ha encontrado un equilibrio entre la memoria, los recuerdos y esos espacios que nos permiten honrar a los seres queridos que ya no están. México, sobre todo, conserva intacta esta tradición entre el 27 de octubre y el 2 de noviembre, cuando el país entero celebra a sus muertos.
Leyendas, mitos, cuentos y encuentros giran en torno a la comida, los dulces, las bebidas, las flores, las fotos, y todo lo que para nuestras familias entrelace recuerdos que nunca mueren. Es una expresión de amor, un homenaje a la memoria gastronómica y, sobre todo, una forma de mantener cerca a quienes ya partieron. ¿Es algo exclusivamente mexicano? ¡No! Muchas culturas honran a sus muertos desde tiempos inmemoriales, pero lo que es fascinante y profundo es el entorno sociocultural que México ha tejido alrededor de esta fecha. Y lo más bonito aún es que se esté extendiendo por más y más países.
Este patrimonio intangible ha ganado adeptos por su significado y la capacidad de integrar varias celebraciones en una. Unos honran a sus familias, otros a sus mascotas, la Iglesia a sus fieles difuntos y hasta a los santos. Es una tradición incluyente que enseña a los más pequeños el valor de la herencia gastronómica. Ahora, no me digan que no han visto Coco y que no se les escapó una lagrimita.
Esa película no solo explicó esta tradición con una simplicidad que incluso los niños entendieron, sino que fue un gran paseo por la cocina mexicana. Y, como lo que es bueno siempre se recomienda, quiero sugerirles una taquería en Bogotá que sabe a barrio mexicano y a recuerdos: @tacobossbog. Este restaurante recrea los sabores mexicanos de forma impecable: un local pequeño, lleno de detalles y colores, y con una comida espectacular. Sus tortillas caseras, el maíz en varias expresiones y el cerdo, desde los chicharrones hasta la bondiola confitada, son un ejemplo de cómo estos sabores se heredan y se llevan con orgullo por el mundo.
El taco de res y tuétano, el Dandy y el Machin son imperdibles, así como los elotes callejeros (mazorca al carbón con mayonesa picante y queso Cotija). Tampoco se puede dejar pasar el tamalito yucateco. Acompáñenlos con mezcalitas, cócteles o un agua floral que vale la pena probar.
Esta noche, además de la fiesta a la que asistan, dense la oportunidad de recordar a sus seres queridos con una cena llena de recuerdos, sabores y colores. Disfruten un fin de semana donde la memoria gustativa traiga de vuelta los mejores recuerdos que atesoramos en la memoria, y celebremos lo que más nos gusta comer. Por mi parte, honraré a quienes más amo: a Ana, a mis abuelos, a Juan Pablo, Leonor, José Humberto, Don Lucho y Don Mateo, con empanadas, torta de vainilla, un buen plato de pasta y un trago para brindar por ellos.
Las tradiciones se heredan y se construyen cada año con lo que queda en nuestra memoria, y lo que representa cada recuerdo. No hay tristes despedidas que duren cien años si honramos lo que es importante para los que estamos y los que no vemos, pero sentimos cerca.
Último hervor: Así como recordamos, también debemos cuidarnos. En Halloween es muy fácil caer en excesos de muchos niveles: dulce, comida, licor… Nada de esto es bueno. En este espacio no somos de pontificar, pero sí nos preocupamos por estar bien. Por eso, la otra recomendación es nunca dejar desatendidos a nuestros pequeños en todo momento: cuando salen por lo dulces, y cuando los disfrutan. Esta fiesta también es para vivirla en familia, gozando los que estamos juntos y pensando, como lo hacemos siempre, en los que ya no están.