A mordiscos

Así es como me quiero comerme todo en la vida: a mordiscos. La pasión me corre por las venas, las ganas de comer me mueven desde que me levanto hasta que me duermo y alimento a mis amigos a diario. Así soy y creo que así me quedé. Pero a mordiscos realmente lo que siempre quiero comerme es una paleta o un cono de vainilla con crocante cobertura de chocolate. Esos mordiscos que le congelan a uno el cerebro pero que con un solo bocado la boca está llena de sabores y memorias de infancia.

Helado es helado y paleta es con palito, antes de que piensen que estoy juntando peras con manzanas; pero al final lo resumo en que son productos de un mercado que hoy en día ya no son solo para niños.

Tengo gravado el sonido del carro de los helados que llegaban los fines de semana a la vereda en la que vivía, era obligado el grito pidiendo plata y salir corriendo a esperarlo en la puerta. Un jeep lleno de neveras de icopor traía los balconcitos de fútbol rellenos de helado de fresa que eran mis favoritos, el furor los heladinos con su rica sorpresa, pero las paletas de frutas eran el premio mayor. Paletas sin nombre, en bolsa, hechas con mucho amor y mucha fruta que de manera artesanal eran buenas, deliciosas y baratas.

Pero tanto las paletas como el helado se han ido refinando a la velocidad de la luz. Mis paletas en bolsa ahora son señoras paletas de los sabores que se imaginen: milo, corozo, limonada de coco, frutas exóticas, licores; lo que ustedes quieran lo consiguen en agua, yogurt y hasta delicioso helado en moldes especiales para lograr la forma de la paleta. Las más novedosas, las paletas fit que dicen ser de proteína y son los premios para los deportistas consumados.

El helado siempre será el rey en esta historia, cremoso, sabroso y cada día más natural y con menos colorantes. No importa si viene individual, pintas o tarros como dicen en mi casa, la gracia del helado es esa textura suave y que enamora. Yo por lo menos pasé de chiquita por los helados en sobre aquel “Batilado” que le agregaba leche y era la novedad; también por mezclas de leche condensada, algo de crema y fruta que están bien… pero los ganadores seguirán siendo los helados con una base con buena crema. Artesanales, industriales, de casa, del vecino, como lo quieran llamar, el helado siempre será la mejor cura para las gripas, penas de amor o un dolor de muela o un cachete hinchado. Yo solo puedo decir que mi infancia sin helados picos o platillos de helado hubiera sido insípida, y mi estómago no sería a prueba de todo, sin el agua de mis paletas.

Los invito a salir a comer paletas y helados hay un montón de lugares deliciosos y siempre será un mega plan, ¡un mordisco de dicha!: Picos, Romeo & Paleta, Selva Italiana, La Paleteria, Choux Choux, Cremería Italia o hasta un cono de máquina.

Pero postre sin almuerzo, no. Por eso les dejo mis recomendados de hoy:

Puerto Coco: Si van viajando de Bogotá a Girardot y viceversa, la parada obligada es en este lugar donde los reyes son los helados de puro coco en trozos. Me recuerdan a los entrañables helados caseros del Frenchi en Providencia; pura leche y crema, y abundante coco, hace que el paseo por estas carreteras de Cundinamarca tenga un plus delicioso. Yo no puedo comerme solo uno.

Arigato (www.restaurantearigato.com): Siempre es una suerte descubrir un auténtico restaurante japonés donde seguro encontrarán que la mitad de los comensales son orientales, garantía de su calidad. Localizado en la zona rosa de Bogotá, en Arigato hay buen sushi fresco, noodles, sopas de miso, almuerzos completos llenos de tempuras y carnes de todo tipo y unos refrescantes helados (Aisu kurimu) con su toque a oriente como el Ko ro foro to (Cola y helado). Recomendados los liches frescos y el flan purin aramodo.

#MadamePapita

@ChefGuty para El Espectador. Julio 6, 2017.

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