Venga le cuento

Un año de desparpajos gastronómicos, creativos cocineros, felices y satisfechos comensales, personas más conscientes de que nuestras plazas de mercado son la mejor farmacia y despensa que puede tener el país. Comimos señores, ¡comimos!; sin culpa, sin pena y con mucha dicha. Dejémonos de pendejadas, fue un año donde recorrimos a Colombia, nos gozamos las historias de las tías y abrimos la puerta para recuperar nuestro patrimonio gastronómico.

Pero este fin de año no podía ser la excepción, nos quedan unas cuantas horas para dar y convidar. Y como es de esperarse, recibir el 2018 dándole materile a un caldito, una fritanga o cualquier cura grasosa para un estómago perjudicado por las fiestas patronales del 31 de diciembre. Año Nuevo se vive sin tanto protocolo; asados, sancocho, tamales y hasta hamburguesas caben en el menú, acompañados, eso sí, de unas buenas cervezas frías, vinos espumosos y cualquier otro licor con el que vayan a brindar por el año que se va y el nuevo que llega.

Querido Niño Dios, gracias por todos mis regalos, el único que no entendí fue ese ajiaco molecular que me mandaste acompañado de un aguacate sin pepa. Mucha creatividad, mucha pereza (en el caso del aguacate) y poco arraigo gastronómico en la suculenta y ancestral sopa de papas.

Pero bueno, se llegó la hora de ponerse los calzones amarillos, sacar la maleta y doblar un billete para ponerlo en la billetera y así tener platica el año entero para el mercado. Pero además de estos tradicionales agüeros, no olviden los preferidos de mi abuela: las 12 uvas y sus respectivos deseos y un buen plato de lentejas que, según la tradición, representa la abundancia y prosperidad que todos deseamos para los 365 días que vienen.

Brindo por una canasta familiar con precios al alcance de todos, por productos colombianos que lleguen al mundo, por plazas de mercado campesinas llenas de compradores y porque mi estómago aguante un año más de nuevas experiencias y buena comida.

Y hay que cerrar el año con broche de oro y por eso quiero recomendarles un plan clandestino, lujurioso y lleno de pasiones gastronómicas, el cual repito cada vez que hay cupo en esa mesa: El 604 #MuyMexicano (IG: @el604muymexicano). Un espacio creado por una mexicana de corazón y vivencia, que se dio a la tarea de revivir los sabores y colores de México, tierra de su mamá. Su “lengua materna”, la cocina mexicana, la cual se siente en cada uno de los bocados que uno puede disfrutar en su casa. Estas cenas clandestinas no solo lo llevan a uno a los rincones “charros”, sino que es atendido por su propietaria y su marido, en el comedor de su casa. Nopales, pozoles, chimichangas, chilaquiles y, para rematar, agua de Jamaica y unas margaritas llenas de color y sabor que hay que repetir.

¡Primicia de #MadamePapita! En 2018, a partir de marzo, El 604 abrirá una semana al mes de martes y sábado. No hay excusa para no comer #MuyMexicano.

#MadamePapita

@ChefGuty para El Espectador. Diciembre 28, 2017.

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