Negra conciencia…

¡Ya qué! Ya fui feliz con todo lo que me comí en diciembre y ya comencé a padecer enero y los propósitos del 2017 hechos el 31, entre comilonas, excesos espirituosos y mucha alegría.

Pero también sé que, afortunadamente, no fui yo la única. Esto de tener conciencia y ser responsable con la salud y lo bien que nos gusta vernos, frente a todos los estragos de diciembre, deja un peso aún peor en la conciencia.

Todavía pasan por mi mente como una película aquellos deliciosos pecados decembrinos, majestuosas excusas de tiempo que siempre nos dan un día más para seguir disfrutando de todas las fiestas y comidas a las que nos inviten, el happy hour con los amigos, novenas con los vecinos y una fiesta que se confunde con otra entre nuevos platos y calentados de los días anteriores, pero que al final pasan la temida cuenta de cobro que nos obliga a balancearnos los primeros días del año.

Esta época es miedosa para las personas que durante todo el año se han cuidado en todo lo que se comen y en mantener la línea, pero que con el paso de la excusa de diciembre entraron como yo, en el desman de “mañana vuelvo a la dieta”. Quienes definitivamente deben estar haciendo su agosto son los amigos de los gimnasios, de quienes alguna vez escuché reciben la mayor cantidad de inscripciones en enero y febrero de cada año… y la de deserciones en marzo y abril, ¿será?

Pero como “el que peca y reza empata” les propongo que este año más que entrar en dietas duras y en retos gigantes de los cuales desitimos con la primera tentación, adoptemos una vida balanceada, sin dejar de seguir saboreando, de seguir sintiendo el deleite de los sentidos y experimentando las sorpresas gastronómicas de nuestras cocinas y de los restaurantes que cada día nacen en cada rincón del país.

Vale, eso se escucha muy fácil (dirán algunos de ustedes), pero también hay que tener un poco de fuerza de voluntad, saber que cada cuerpo y metabolismo es un universo y que para todos no funciona lo mismo. Sin embargo, pueden ayudar algunos tips para animarse a incorporar en el día a día y estoy segura que pronto comenzaremos a ver los resultados, empezando por los míos.

Les propongo comenzar con una desintoxicación de líquidos, tomarse este fin de semana para ricos caldos de pollo, carne o verduras, sopas ligeras pero sustanciosas, bajas en grasas y harinas, recordemos que no necesariamente algo ligero es insípido y para eso lo que sobran son las recetas y alternativas que hoy en día encontramos en internet y libros. La moda de los batidos en el “invento del siglo”, el Nutribullet es una buena alternativa para hacer jugos de frutas y verduras, sabrosos, vitaminosos y que dan una sensación de saciedad lo cual es bueno si lo consumimos entre comidas y así nos ayuda a no sentir tanta hambre y ansiedad previo a las comidas grandes.

Los té desintoxicantes son necesarios, agua caliente con limón en ayunas y una cucharadita de aceite de coco en el café de la mañana (esto es sano por temporadas cortas y da mucha energía); para el calor un agua fresca con cascaras de piña y rodajas de pepino nos ayudarán a liberar toxinas y la retención de líquidos.

Por otro lado, siempre nos han dicho que las harinas en la noche son menos digeribles, pero yo diría que lo que hay que tratar es de no excederse, quizás una harina al día es suficiente, siendo mucho mejor las harinas integrales y por supuesto mi sagrada papita en sus múltiples variedades.

La dieta de comer la mitad de lo que antes se comía ayuda mucho, que se traduce en no excederse en lo que se pone en su plato (la única comida que no engorda es la que se queda allí), y por supuesto, en no repetir por nada del mundo, mejor coma despacio, muy despacio y saboree cada bocado.

No necesariamente las tres comidas diarias deben estar tan llenas de grasas, azucares, proteinas y carbohidratos, quizá si parte del propósito es probar nuevos desayunos más ligeros y frescos, comer fruta y frutos secos entre comidas, servirse en el almuerzo primero un buen plato de ensalada para que cuando llegue el resto ya usted esté un poco satisfecho y en la noche preferir una sopa de verduras a un plato nuevamente igual al del almuerzo, ayudará a que todo salga mejor en su propósito.

… y si, nos toca aprovechar los días de sol de enero, sacar la bicicleta, ir a correr al parque, hacer toda actividad física con el que le agradezcamos a nuestro cuerpo por todo lo que disfrutamos en diciembre, consentirlo ahora con un poco de ingenio gastronómico, un masaje revitalizante y ejercicio. No está tan mal ayudarnos con esa conciencia negra que quedará atrás, porque eso sí: “nadie nos quita lo bailao”. ¿Lo intentamos?

Mi ayuda en el intento son algunas mezclas de frutas y verduras que con algo de disciplina nos demuestran que en la variedad está el placer.

Verde que te quiero verde: Espinaca, perejil, apio, piña y naranja.

Refuerzo para las gripas: Naranja, jengibre, limon y un poco de miel.

Un empujón a la digestión: papaya, naranja y un poco de salvado de trigo o linaza.

Y para los más machos: Remolacha, mora, un pedazo de nopal pelado (o un poco de savila) y una taza de agua de coco.

Si se fijan los colores son quizas lo más importante, al igual que el resto de cosas en el mundo, la sincronía de los colores son fundamentales.  A su salud por este nuevo año.

#MadamePapita

@ChefGuty para El Espectador. Enero 5, 2017. 

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