En esta época veraniega en Bogotá pude caminar sin tanto afán la ciudad. Vaya sorpresa la cantidad de camiones de comida, carros con corrientazos y parques de contenedores que me encontré.
Pude distinguir claramente dos segmentos: los “legales” y los “estacionarios” que venden almuerzos. Todos con unos clientes religiosos a la hora de comer.
La verdad, reviví con gran dicha la compra de merengón en Renault 4 al borde de la carretera y las compras de afán pero deliciosas de comida callejera.
Los contenedores parecen pequeñas ciudades de lego, donde la variedad garantiza que usted puede estar tranquilo con lo que encontrará, desde qué tomar (jugos, batidos o licores sofisticados) hasta qué repetir si quedó con hambre. Está es una manera muy particular de reciclar los contenedores de carga, que soluciona, además, no solo problemas de logística en pequeños restaurantes, sino que permite hacer un parque de entretenciones gastronómicas. Cali, Medellín y Bogotá mandan la parada en esta nueva tendencia, donde los costos de operación bajan y el flujo de clientes es constante.
Camiones de comida (“Food Trucks”), no tan novedosos pues hasta realities de televisión se han hecho en el mundo, para nuestras ciudades sí se consolidan como espacios móviles que hacen de la comida toda una experiencia tipo lotería. No por la calidad sino por la posibilidad de seguirles el rastro por la ciudad. Costillitas, ensaladas, hamburguesas, choripanes, comida mexicana o unos deliciosos helados gourmet, usted puede probar la especialidad del chef e innovar día a día. Sin mucha reglamentación, estos camiones son movimiento puro, donde el servicio al cliente y el tiempo de entrega del pedido es lo que prima en estos proyectos, por eso usted no paga comida chatarra sino paga el plus de comer gourmet en cualquier lado de la ciudad.
Pero la competencia más dura de estos dos espacios son los Renault 4 o las camioneticas repartidoras de corrientazos, que ahora inundan andenes de centros de oficinas. Realmente toda una experiencia gastronómica. Sin ningún tipo de logística y en condiciones de malabarismo, aparecen almuerzos empacados y listos para ser entregados al instante. El ingenio colombiano es la mejor arma de venta en este caso, son 3 ó 4 menús que de carro a carro ofrecen por diferencias mínimas de precio, pero eso sí, suculentos almuerzos. No hay mesas, no hay servicio personalizado, simplemente es atendido por su propietario.
Lo que más me gusta de todo esto es, como nuestra oferta gastronómica, crecer y crecer abriendo oportunidades para todos teniendo en cuenta el bolsillo de cada uno. Lo importante de estos proyectos es valorar el esfuerzo de cada uno; tener en cuenta que el no poder rodar por la ciudad libremente genera costos en comida gourmet que de verdad amerita comer con calma.
Mis camiones preferidos en Bogotá son I Love Choripan, Bacon Street y Dolchi Peccati. Pueden buscar sus recorridos en redes sociales y darse la oportunidad de hacer plan. Contenedores en Bogotá hay en el parque de la 93, en centros comerciales, en la Carrera 15 con Calle 99 o en la Carrera 7 con Calle 51. En fin, lo que hay son opciones para ir a probar.
¡Que se mueva lo que es rico!
#MadamePapita
@ChefGuty para El Espectador. Enero 12, 2017.