Ganitas de comer caserito

Amo repetir este dicho casero cuando el hambre ataca y nos puede la pereza de cocinar, esa que atenta contra el bolsillo: “a veces es importante comer caserito, para no gastar lo que no tenemos”. Y eso me pasó esta semana en Twitter (@chefguty), cuando nuevamente comenzaron a circular fotos de campesinos vendedores de papa en plena glorieta de la calle 63 en Bogotá, y salí corriendo por un par de bolsas de mi adorado tubérculo.

Sentí impotencia, malgenio y, sobre todo, la necesidad de volver al voz a voz en pro de los productores de papa. Hace un poco más de un año estábamos viendo a la Gobernación de Cundinamarca hacer una maratón en los peajes de salida de Bogotá, para vender todo lo que tenían represado los paperos. Fue una campaña rápida y segura, que con buenos precios, desatoro esa cosecha. La pregunta ahora es, ¿qué pasó? Pues aparentemente no mucho. Si escuchamos con atención a los productores, es claro que necesitan vías, mejores costos en sus insumos y poder tener acceso a una venta más justa. Son temas que requieren la atención y solución inmediata, para que cada cierto tiempo no vuelva a suceder esto que ya conocemos.

Ahora, la diferencia en la calidad es toda. Esta papa estaba fresca, limpia y muy bien empacada. Del precio, pues ni que decirles: pagué la mitad de lo que pagaría en la misma plaza de mercado. Cuando le dije al vendedor que le pagaba lo mismo que en la plaza, me explicó que con lo que me cobraba estaba bien, porque no había intermediación. Difícil no salir con el corazón apretado y el hígado revuelto sabiendo esto, e imposible hacerse el ciego con la situación de nuestros campesinos. Pero lo más difícil fue ver un montón de gente pitando e insultado a los improvisados vendedores, debido al pequeño trancón que se podía generar de vez en cuando.

Para muchos, lo habitual es simplemente pasar al mercado o a la tienda y desde allí, fiado o pagado, todo llega a su destino, en el marco de las posibilidades. No sentimos ni vemos la precariedad con la que nuestros campesinos siembran, se endeudan para los fertilizantes y luego recogen y cosechan. Mucho menos sentimos lo que implica sacar un cultivo al competitivo mercado de las ciudades, entiéndase grandes superficies, cadenas de mercado, y, si les va bien, una plaza intermedia.

Nuestro campo no puede ser un campo sujeto a pararse en un andén en la ciudad para lograr vender y cubrir la inversión. Nuestro campo es el motor del cambio, y esto no tiene nada que ver con el manejo de las tierras ni nada de eso. Tiene que ver con la capacidad que tenemos como país para educar, tecnificar y apoyar las inversiones de nuestros campesinos. Necesitamos encontrar la posibilidad de acceder a precios competitivos para los insumos básicos, contar con una banca que entienda la particularidad del campo y no simplemente embargar y liquidar. Debemos sumar en nuestra educación, tanto para mejorar la producción como para incentivar un consumo responsable y más justo.

A mi si no me pica ni la casa ni la cocina, y prefiero mucho más la cocinada caserita, y ojalá que me alcance para la coca del día siguiente. El palo no está para cucharas, eso de andar de aquí para allá cada día es más difícil y, como ven, hay muchas opciones sanas, más económicas y donde todos ganamos. Salir a comer es un buen premio para el alma, pero debería ser igual de importante comprar en las plazas y a nuestros campesinos, para equilibrar un poco la balanza.

Por eso, hoy les quiero compartir un buen directorio creado con la Alcaldía de Bogotá, que sirve para propios y visitantes, pues las plazas en la ciudad tienen una dinámica gastronómica rica en sabores nacionales, y de fácil acceso para toda la familia. Se llama #DeLaPlazaATuCasa, y lo pueden consultar en https://www.ipes.gov.co/plazas/. Anímense a conocer plazas, galerías, fincas productivas, todo lo que sume para lograr construir así, un campo para la ciudad.

#MadamePapita

@ChefGuty para El Espectador. Julio 29, 2022.

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Otras columnas

Acompáñame cada semana a recorrer temas que nos unen a través de la comida y sus tradiciones, las recomendaciones de buenos lugares y viajes glotones, productos y emprendimientos que vale la pena destacar y un descubrimiento de nuevas alternativas de salud, alimentación y bienestar con los aceites esenciales.

Un poquito de calor

No hay conversación familiar en WhatsApp, comentario telefónico o avalancha de memes y gifs en las redes que no hable de lo fría que se volvió Bogotá. Literal, regresó a ser la nevera de antaño, esa de la que siempre

Rinconcitos de felicidad

Colombia es una caja de Pandora, cada ciudad, cada pueblo, están llenos de recovecos donde al otro lado de una puerta podemos encontrar lugares nunca antes imaginados. A nivel gastronómico este fenómeno me hizo pensar en los famosos paladares cubanos

Tiempos

Todos tenemos claro que una vez nacemos, el tiempo es finito. Cuando será el fin de los tiempos suele ser una pregunta que atormenta a muchos y que, para otros como yo, es la justificación de comer, probar y cultivar