Comenzó el 2019 y les juego doble sobre sencillo a que cada uno de ustedes dedicó una de sus uvas a hacer dieta, hacer ejercicio y bajar de peso; seamos sinceros, yo también lo hice y quizá es uno de los propósitos más difíciles de mantener en pie. Entre el regreso a la oficina, la llevada de los niños al colegio y la pereza de arrancar, se nos enreda esa uva.
Literalmente va uno de los gozosos a los dolorosos en un solo día. Técnicamente la dieta nunca comienza el 1 de enero, porque los guayabos generalmente se acompañan de caldos, chicharrones o asados y, además, es pecado dejar la comida, y el calentado de todo lo que quedó de la cena de año nuevo es el que manda en cada una de las casas del país.
En mi caso me despedí a principios de semana de licores, quesos y dulces y me dedicaré por un par de meses, a hacer un tipo de alimentación que no falla: carnes y verduras, sin tanta grasa y obviamente aplazando el gustico de meter a mi amada papita o al infaltable arroz, a esta fórmula matemática. Más que una dieta es tratar de reajustarme el cinturón y darle la oportunidad a esa uva y de cumplir esa meta.
Yo siempre lo he sostenido, soy enemiga de las dietas extremas, esas que lo hacen bajar mucho y luego subir el doble cuando con ansiedad regresas y uno vuelve a sus hábitos anteriores. Por eso soy partidaria de comer bien, saludable y poco a poco ir introduciendo una harina al día, pero seguir juiciosa con las otras indulgencias y solo tenerlas como premio de buenos logros. Empezamos el año con muchas tareas y sueños, lo importante al final, no es otra cosa que el año nos llene de dicha y de varios mordiscos de felicidad.
Y para los que siguen en vacaciones disfrutando aún de los gozosos, y se proponen comenzar la otra semana solo les digo: disfruten de cada plato a pierna suelta y sin remordimientos, sigan viajando, devorándose la gastronomía de cada rincón de nuestro país donde consentimientos es lo que sobra. Precisamente quiero recomendarles dos buenos lugares que he encontrado en mis recientes viajes y que me han hecho profundamente feliz.
Les recomiendo estos restaurantes que valen la pena conocer en estas vacaciones:
Ambar en Pereira (@diegopanesso): Una cocina abierta y amplia es lo primero que uno ubica en este restaurante, donde el diseño moderno y gente atenta al servicio lo acaban de cautivar a uno. Con una carta amplia y variada usted va a disfrutar de un buen momento y de una comida que sin lugar a dudas es una experiencia gastronómica. Yo empecé con un pulpo al sartén con papitas y alioli, de chuparse los dedos. Seguí con una crema de chipotle y tortillas, con su sabor era maravilloso y terminé con un cucayo con langostinos. Que les puedo decir, volveré. Me quede con las ganas de probar un poco más. Cada plato de los que piqué era delicioso y particularmente, con sabores muy propios.
La Provincia en Medellín: Un clásico que sigue más vigente que nunca. Su carta es una mezcla de sabores mediterráneos que, sumado a productos del trópico, hacen de esta comida toda una experiencia. Un comedor minimalista con una terraza que invita a quedarse hace de cada visita un momento muy especial. Mis recomendados son crema de choclo, el ceviche de camarón con leche de coco, arepas de huevo y carimañolas y para compartir un buen corte de carne.
#MadamePapita