Llegó el día, como dicen los abuelos, el momento de hacernos responsables de las decisiones. El día de quejarse menos y cumplir con el deber de votar con juicio, basados en fundamentos y no en tamales regalados. Este fin de semana, Colombia tiene en sus manos la posibilidad de participar libre y juiciosamente en la construcción de la democracia.
Para muchos de nosotros este domingo es la oportunidad de poner temas sobre la mesa. Temas fundamentales en los canastos del mercado y en el futuro de toda la cadena productiva de alimentos, bebidas, restaurantes, bares, eventos y todo lo que per se lleve un producto alimenticio de por medio. Hay que pensar en grande, no en michicaterías.
Necesitamos pensar en la profesionalización de las personas que hacen parte del sector; generar espacios de investigación y desarrollo para nuestra agricultura, lograr la modernización y tecnificación de nuestro campo; emprender el camino de engrandecer nuestros productos, exportar sabores y saberes, en fin, tener un comercio más justo para nuestros productores. El objetivo es ver si por fin entendemos que mientras no logremos invertir constantemente en nuestra gente, el rezago seguirá creciendo.
Estas elecciones, como todas las que tengo presentes en mi memoria, tienen una lista de promesas que más parece el diario de una quinceañera, donde los sueños se confunden con las realidades, y las ganas superan la realidad. Hay que construir sobre el camino abonado, y buscar que las regiones se articulen, de tal forma que la infraestructura y la educación prevalezcan por encima del gobierno de turno.
Este fin de semana no se puede confundir nuestra responsabilidad con que hay un festivo y la fiesta nos llama. La piscina, la locha y el sancocho pueden esperar. Es momento de hacer un alto y ser responsables no solo de la fiesta y las quejas, sino de nuestro futuro, de ir a votar, de participar activamente. El sancocho funciona en cualquier cocina y la fiesta en casa siempre es buena. Además, como siempre, habrá ley seca… por lo tanto, cada uno para su casa y el domingo a su puesto de votación.
El domingo debemos levantarnos temprano e ir en familia a depositar el voto, para que el país siga generando espacios de crecimiento, canastos más igualitarios e industrias más productivas. Cada uno tiene su tradición. En mi casa, el domingo de elecciones sirve para compartir en familia, para votar unidos, con la conciencia tranquila de haber participado en esta fiesta de la democracia. No se deje coger el día, no espere a las 3:30 pm para estar diciendo que el proceso no funcionó. Madruguemos, seamos responsables para seguir construyendo un país lleno de colores, sabores y productos tricolor; y paremos las noticias falsas, porque elecciones claro que vamos a tener.