“El desorden ya se armó
El sancocho ya llegó
Menéame la cadera
Que todo el mundo enloqueció”
“Fiesta”, Bomba Estéreo
Empezamos 2022 con algarabía, muchas fiestas y demasiados abrazos. ¡Qué dicha tan infinita, porque realmente se extrañaban! No es fácil el distanciamiento luego de tantos meses separados, y mucho menos negarse a compartir una que otra cucharada de buena sopa con el primo o el hermano. No se hagan los exquisitos, siempre habrá alguien que, con mucha propiedad, meta la cuchara o el tenedor y se robe un bocadito, pues eso es sinónimo de confianza, buena elección y muchísimo amor.
Playa, brisa y mar fue el plan de muchos, con pescado, patacones y mucho son y sabor. Otros decidimos quedarnos y compartir la cara amable de Bogotá y sus alrededores: la Plaza de Bolívar, las caminatas tranquilas por los barrios y los restaurantes abiertos fueron un gran plan. Algunos, más arriesgados, se le midieron de frente y sin miedo a las ferias tradicionales de la temporada: Cali, Manizales y el Carnaval de Blancos y Negros en Pasto. Plan es lo que tuvimos en Colombia para desquitarnos de encierro y dedicarnos a los amigos.
Como dice Bomba Estéreo “Me gusta todo ese sabor / la alegría de mi tierra, el desorden y alboroto / que se forma en plena fiesta”. Y es que no lo puedo negar, la colombianidad nos llama, las sonrisas nos llenan y cada ciudad se esmera en recuperar todo el turismo que puede. Cada mesa llena es una oportunidad de trabajo, de crecimiento de la economía y de muchísima dicha para uno, en especial si se es parte de la fiesta.
Somos un país donde no solo somos ricos en feriados, y pido de corazón que nunca se le ocurra a nadie la brillante idea de presentar un proyecto para reducirlos. Somos ricos también en fiestas patronales, carnavales, festivales o simples bazares para arreglar y pintar la cuadra en la que vivimos. Comparsas llenas de energía, música que retumba y toda nuestra gastronomía se toman las calles y llenan la vida de propios y extraños. Este es el año de volver a la calle, sentir la música y retomar los proyectos de gastronomía que acompañan el alboroto propio de la fiesta.
¡Y fiesta sí que habrá en el calendario de 2022! Reinados populares, que no solo son grandes acontecimientos sino pequeños y coloridos reconocimientos a productos, comunidades y hasta animales, seguidos por reconocidas fiestas, como las del 20 de Enero, el festival del Porro, el carnaval de Barranquilla, las fiestas de San Pacho, el festival de la Panela, la gran tomatina en Boyacá, el reinado del Bambuco, la feria de las Flores y el festival de Cometas, pasando por el torneo de Joropo, el Petronio, la independencia de Cartagena y el maravilloso día del tamal en Ibagué… Perdón a los que faltaron, pero creo que no alcanzaría el espacio para enumerarlos todos. Los mencionados son solo un abrebocas, la entrada de todo lo que podemos hacer este año en el país.
Alisten la pinta, brillen sus mejores zapatos para echar paso y que nunca se vaya esa alegría tan colombiana que nos invita a celebrar. Eso sí, por favor, hagámoslo siempre con responsabilidad, siguiendo los protocolos de los lugares a los que vamos, no dejando de usar el tapabocas, con su botellita de alcohol siempre a la mano y comiendo bien potecudo para que las defensas estén tan arriba como nuestro ánimo de seguir gozando esta vida sabrosa.
“No necesitamos más, la vaina ya está arreglada. Qué se forme la recocha, que estamos en carnaval”.
Y sabroso fue lo que comí por estos días en Salón Tropical (@salon_tropical_), en la extendida Zona G de Bogotá. Acompañada de música cubana en vivo, me encontré con una carta que coquetea entre la comida peruana y los sabores caribeños. Los ceviches son espectaculares, pero además su variedad de mariscos, la pesca fresca o a la brasa, son riquísimas y, por favor, no dejen de probar el sancocho de pescado, el perfecto “levantamuertos” para estas fechas de tanta fiesta. La decoración es tan acorde al lugar, que por momento perdí la noción de que estaba en el pleno corazón de Chapinero.