La imperfecta magia de la comida de casa

Hay algo en la comida casera que ni el restaurante más exclusivo o el chef más reconocido pueden replicar. Ese equilibrio caótico de cariño, improvisación, cansancio, afán y, muchas veces, lo que hay en la despensa, la hace insuperable. Parte de su magia es que los platos de casa no buscan la perfección: su objetivo es alimentar el cuerpo, reconfortar el alma y reunirnos en torno a lo compartido.

El encanto de la comida de casa radica en que no se rige por manuales, estrellas ni listas de espera interminables. La cuchara de palo es el mejor termómetro, el robo clandestino de la olla, con una cucharita o en su defecto el dedo, un catador infalible, y las medidas responden, más que a una balanza, al popular ojímetro. Esa improvisación garantiza lo particular y delicioso de cada plato.

Tal vez por eso las recetas nunca quedan igual, pero sí queda un recuerdo imborrable: el sabor de casa. Porque el ingrediente secreto, ese que nunca se escribe, es el momento en el que se cocina. Cada comida casera es tan única, tan mágica, como el día en que se prepara, porque cada día trae su afán y su romance.

Pero, a veces encontramos lugares que logran acercarse a esa perfecta imperfección, y la llevan a otro nivel. Un ejemplo es @justa.burger, una hamburguesería escondida entre las pequeñas calles del barrio Quinta Camacho, en Bogotá. Este lugar no solo ha fidelizado a sus clientes adultos, sino que también conquistó a un segmento especial: los pequeños, que arrastran a sus papás y amigos para disfrutar de una “hamburguesa deliciosa”.

Cada ingrediente de su carta tiene una particularidad: está preparado con dedicación y refleja su sello distintivo, el “hecho en casa”. Su pan de papa, horneado a diario, tiene una textura suave y un sabor único, gracias a la mezcla de trigo con el delicioso tubérculo. Y la preparación de la carne consigue un equilibrio especial que elimina la necesidad de salsas. Las papas fritas son de verdad, verdad; no congeladas, sino que aún compran el bulto y lo tratan con esmero y perfección. La experiencia la completan productos locales de Cundinamarca como la lechuga, la cebolla y hasta las mermeladas, que provienen de pequeños productores. De hecho, estas últimas las prepara la abuela de una de las dueñas.

Un detalle que impacta y llena el corazón es su manejo de mermas. Al ser una producción artesanal, todo lo que no se consume en el restaurante se procesa, congela y dona a una fundación para personas mayores, en perfectas condiciones. ¡Un ejemplo digno de imitar! Si en nuestras casas aplicáramos un sistema así, reduciríamos el desperdicio y beneficiaríamos a tantas personas vulnerables que podrían aprovechar aquello que dejamos de comer.

@justa.burger es un lugar para disfrutar de sabores auténticos, bien logrados, sin adornos innecesarios, que demuestra que comer sin parafernalia puede ser más satisfactorio que enfrentarse a un experimento culinario sofisticado que al final ni entendemos del todo. Es un regreso a lo básico, de manera extraordinaria.

Aquí somos defensores de que la comida no es simplemente alimento. Es un ritual sabroso y poderoso donde compartir la mesa, reír mientras alguien quema las arepas, o debatir apasionadamente si el arroz con pollo lleva más cilantro; son momentos donde la vida cobra sentido. La cocina es un escenario de desastres, colapsos, éxitos y, sin duda, pequeños milagros llamados platos de familia, la comida de casa.

Si tenemos la suerte de sentarnos en una mesa con comida casera, no hay necesidad de criticar el arroz algo apelmazado, que seguramente a alguien le sabe a gloria, o de enfrascarse en si la sopa era mejor que la crema. Por el contrario, abracen y celebren el desafío que implica cocinar. Dense la oportunidad de aceptar la imperfección y valorar el trabajo de quien puso su corazón y tiempo en ese plato, porque la magia de la comida de casa está en lo que no se ve, en todo lo que trae consigo. Mi abuela decía que la comida casera es “amor vuelto bocado”. Yo complemento que ahí no hay bocado malo.

Último hervor: No podemos dejar pasar que muchas regiones del país viven días aciagos por situaciones de violencia. No es este el espacio para juzgar procesos, desarmes o treguas, pero sí para llamar la atención frente a la muerte de varios colombianos y del desplazamiento de otros miles, incluyendo muchos campesinos que tienen que dejar sus tierras para salvar sus vidas y deambular sin un destino fijo. Hacemos desde aquí un llamado a la cordura. Nada justifica lo que se vive en Norte de Santander, el Caribe y el Pacífico. Tiene que haber otra manera, pues matándonos los unos a los otros no llegaremos a nada.

#MadamePapita

@Madamepapita para El Espectador. Enero 24, 2025.

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