¿Quién no sueña con un fin de semana en un hotel, sin levantar un dedo, descansando y comiendo en paz, sin tener que pensar en nada más que seguir descansando? Sin duda un gran plan para esas fechas especiales, o para un regalo, incluso hasta para una comisión de trabajo en paz. Ese sueño, tristemente, cada día se está volviendo inviable. Y no lo digo por las tarifas de las habitaciones, que siguen bajando. Hablo de los precios de la comida que venden, que sí se han vuelto inalcanzables.
Por lo general, uno no va a un hotel a comer, a no ser que sea un restaurante externo que merezca la visita porque el producto es increíble, o porque el lugar es el centro de atracción turística de la zona, pero rara vez uno se queda a comer en el hotel siendo un visitante. Sin embargo, están ahorcando a la gallina de los huevos de oro con detalles como ese, pues por más descanso que uno quiera, una hamburguesa con papas para comer en la habitación no puede valer 80.000 pesos, porque ni es única, ni viene de una cocina exclusiva de autor.
Los desayunos los han vuelto plan todo incluido, lo cual está bien y es válido. Un buen brunch con barra libre justifica su precio y, de hecho, es un gran plan para una familia, un grupo de amigos y hasta una celebración. Es una relación costo-beneficio, se paga con dicha y es un plan que no hace uno todos los fines de semana. Sin embargo, confieso que soy de las personas que no puede ni repetir por la cantidad de productos que sacan al servicio, porque siempre tengo más ojo que estómago, diría mi abuela.
Pero poner los alimentos y bebidas de un hotel en la balanza del gustico del servicio a la habitación se convierte en el coco de la cuenta, porque no hay bolsillo ni plan que dé para pagar esos precios antes que salir o pedir un domicilio. Y ahí tenemos otro detalle: ya me ha pasado, en varias ocasiones, que los hoteles prohíben a Rappi, sin importar si es farmacia, comida o ropa. Hacen alianzas directas, sin contar lo que el huésped necesite. Error, señores. Que no permitan el ingreso de alimentos es discutible, pero digamos que hasta vaya y venga, pero obligarlo a uno a comprar lo que el hotel quiere o donde ellos definieron… ese no es el camino.
Entender las necesidades de los huéspedes no les quita mucho y, por el contrario, les garantizo que fidelizan y les hace ganar puntos. Ya se acerca Semana Santa, y el turismo se reactiva después de unos meses sin un solo puente festivo. He ahí motivo suficiente para revisar lo que es significativo y lo que cautiva.
Hoy quiero recomendarles un productazo para perros, pues esta columna es amplia y suficiente para todos, incluidas las mascotas de la familia. #DogYurt, una alianza de @alpina e @italcolcorporativo, un snack para peludos con probióticos, sin lactosa y un empaque perfecto para poder dárselos en el parque, en la casa o en cualquier paseo. Sí señores, los fanáticos del Bon Yurt ahora tenemos familia completa.
¡Provecho para todos!
Último hervor: Empieza el año escolar, y al tiempo las quejas de los alcaldes frente al PAE. No hemos pasado un mes aún, y ya comienzan los cambiazos de proteínas por embutidos, y hasta fruta podrida con la excusa de que es el producto de temporada a menor precio. Señores: los niños y niñas, en muchos casos, solo reciben esta ración como alimentación básica en su día, de ustedes depende que los pequeños tengan las condiciones básicas para desarrollarse. Alcaldes denuncien, no hay red que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista.