Los colombianos leemos aproximadamente tres libros al año, según cifras del mercado y Camlibro. Me sorprendió mucho esa cifra, pues siempre pensé que éramos buenos lectores, pero ahora entiendo por qué las redes sociales se convirtieron en amos y señores del saber. También es claro que el valor de un libro es significativo en relación con nuestro salario mínimo, pero es aquí donde las bibliotecas y rotar (regalar) los libros se convierten en una necesidad.
Me acuerdo de haber visto en un parque en Medellín una biblioteca ambulante. También he sido testigo en varios municipios de Boyacá de buses completos llenos de libros que pasan el día en cada pueblo, para que sean aprovechados por niños y adultos, y también recuerdo las chivas de los libros que conocí en Cauca hace unos años. Son iniciativas que viven de donaciones, rotaciones o trueques, según me explicaban. Dirán que falta impulso en colegios, bibliotecas y ludotecas, o desde los programas del Gobierno, y si bien eso es válido, lo cierto es que leer empieza en las casas, y en la posibilidad que cada uno tiene de acceder al proceso de educar en la lectura como un hábito.
Y la cocina no es la excepción. Siempre hablamos de patrimonio gastronómico, de tradiciones familiares y todo lo que hemos heredado de una familia a otra, o de una comunidad a otra. Sin embargo, cuando uno comienza a buscar y rastrear esos trabajos escritos, esos que yo llamo el cuaderno de la cocina, nos damos cuenta de que hay cosas que han empezado a desvanecerse, o a depender de actividades o iniciativas muy locales, que se van quedando en el olvido.
Debo reconocer que las bibliotecas virtuales y las apps de cocina han abierto un sinfín de posibilidades para reconocernos en lo que escribe algún cibernauta, que sumó en la tarea de mantener las recetas y conocimientos vivos. Esos espacios de compartir conocimiento gastronómico cobran vital importancia en el entorno de lo que comemos pues, si hace parte de una dinámica social, siempre será importante saber qué tiene, cómo se prepara y de dónde viene lo que nos alimenta.
A nivel gastronómico, leer no es simplemente identificar los sellos de alerta de lo que contiene lo que compramos. Leer en la cocina es despertar los sentidos, recordar sensaciones que, para muchos, son fundamentales para la vida y, para otros, seguro un calvario. A mí me ocurre esto último cuando busco la receta de la coliflor gratinada de mi abuela, pues no será mi sabor favorito, pero es un legado que toca consultar de vez en cuando en los apuntes de las tías abuelas.
Colombia tiene una cocina envidiable y un patrimonio gastronómico incalculable. Cada semana salen noticias, productos y un sinfín de temas relacionados con nuestros sabores, y difundirlos debería ser una prioridad. Leer es alimentar el alma y la cabeza, es aprender de lo que nuestros mayores sabían y nos dejaron, para poder seguir en el camino de redescubrirnos y crecer alimentariamente.
Muchas veces se nos llena la boca hablando de seguridad alimentaria, de tecnicismos que, estoy segura ni dominamos, pero desconocemos lo básico que nos hace colombianos en la mesa. Esos libros que tenemos en casa, los cuadernos de la cocina y las notas de lo que vemos en la calle, es lo que realmente más aporta en el proceso. Es hora de meterle el diente a las historias de cocina, a aprender de las técnicas y productos de nuestra cocina; y a seguir creciendo en leer un poco más, dejando de creer en X (antes Twitter, como toca poner ahora) y TikTok, como si fueran la fuente de la sabiduría actual.
Los buenos hábitos, como la alimentación y la lectura, se cultivan como la papa o el maíz, no son procesos rápidos o que por arte de magia se despierten y se tomen. Por el contrario, creo que cada día nos cuesta un poco más entender que hay que cultivarnos para florecer.
Los invito a seguir la Red de Eventos Gastronómicos de Colombia, @redeventosgastronomicos, una iniciativa del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo que les permite estar al día con los eventos gastronómicos del país, nuestra cultura, la innovación y las actividades del sector. Además, descargando su app, tienen un sinfín de posibilidades de información, agendas regionales, noticias y una opción que fue mi favorita: las recetas que comparten, que ya están complementando mi cuaderno de la cocina.