Volver

“La cocina es un acto de amor, es servicio, es dedicación. Es uno de esos oficios donde [sic.] más que una pasión, es una vocación”.

-Pedro Fernández.

Cuando uno oye que alguien está “de vuelta”, siempre hay una serie de preguntas poco prudentes que hilan la conversación. “¿De qué vuelve?”, “¿cuándo?” y “¿para qué vuelve?” son, por así decirlo, algunas de las que se me vienen de inmediato a la cabeza. Eso me pasó esta semana en Medellín cuando conocí a The Chef is Back (@thechefisback). Pedro es el genio detrás de este espacio recomendado por todos los amigos antioqueños, que con acento y exclamación decían: “¡cuando vayas por allá, te vas a quedar a pasar un buen rato!”.

No se equivocaron, y las apuestas no estaban mal. Llegué de carrera entre una reunión y otra. Coordiné estratégicamente un almuerzo de trabajo en el café, para tener muchas más personas hablando de la experiencia, probar algunos platos y, además, conocer en inmersión eso de compartir una mesa inmensa, la única, por demás, en el restaurante. Ya eso superaba cualquier expectativa, sobre todo teniendo en cuenta que llegué en domingo de elecciones, con una ciudad a media marcha, como todas en el país. En contraste, aquí si había bastante actividad.

Y es que este lugar está incrustado en el corazón del barrio del Perpetuo Socorro, que para quienes no conocen, como yo, es el distrito creativo de la ciudad, que reúne estilos de vida, pensamientos y mucho amor. Es aquí donde a diario también abre The Chef is Back. Más que un restaurante, es todo un escenario con una atmósfera donde se fusionan personas con una cocina creativa y la producción de los platos, para entregar una constante innovación de sabores. Con su concepto de café con servicio para todo el día (all day café), la cocina de Pedro y su equipo recoge la esencia colombiana en cada uno de sus platos, pues hay mesa para veganos, omnívoros y curiosos que, al final, terminan disfrutando intensamente.

Sin lugar a duda, la mesa es el corazón, el núcleo vivo de este lugar. Bien lo dice Pedro: “es una mesa que nos deja a todos a la misma altura, donde se comparten los momentos más importantes del día, y donde se quiere que se acabe la polarización y toda esta pendejada”. Su concepto es bastante sencillo, pero no por eso deja de ser toda una proeza: convertirse en una red social (la más antigua de todas) como vínculo entre productores, amigos, empresarios y cualquier interesado en generar trabajo, cambio y buena energía.

Este lugar tiene una magia bien particular, pues desde que uno entra la atención se centra en un inmenso mural que narra la historia de su comunidad. Así, uno entiende que Pedro trabaja por construir país. Compra local, invierte en el resurgimiento de su barrio, cohabita con los habitantes de calle que lo rodean, cocina, sirve, hace eventos y, sobre todo, se goza el arte de apostar por democratizar la cocina y su conocimiento.

La comida… bueno, ni que decir. Probamos sánduches de posta cartagenera y tres quesos colombianos, aplastados de plátano, sopa de ahuyama y un bowl con pollo caribeño. No supimos cuál era el mejor de todos. Algo similar pasó cuando llegaron los postres y conocimos la historia de las torrijas de este lugar, que no solo son un sentido homenaje a su señora madre, sino que sus sabores desencadenaron una dulce nostalgia entre los asistentes, quienes recordaron que todo sabía a los tiempos en que las abuelas preparaban postres con sabor de hogar. Es un lugar donde la guayaba y el queso son actores principales, los chips no son solo de papa, también hay de remolacha y arracacha, y las gaseosas cambiaron para darle cabida a unas bebidas de la casa, llenas de sabores y colores naturales. Además, hay que repetirlo, es un sitio donde la mesa da para dar y convidar, hacer reuniones y pasar el día entero creando nuevos proyectos para compartir.

Pedro volvió a la cocina gracias a un amigo que le insistió en un catering para una ocasión especial. Esta vez regresó con un proyecto que lleva consigo catering, restaurante y eventos, con el particular sello de contar con productos y carnes limpias y sanas en camino de certificación. Súmenle a esto la labor de la fundación “The Love Is Back”, que trabaja por las semillas, y las producciones que se abren paso en ese distrito, para que cada persona que transite por ahí, sin importar su edad o nacionalidad, sienta una atracción por estar en la misma mesa.

¿De qué volvió? Eso ya no importa. Lo relevante es saber que esos años, con sus altas y sus bajas, le dieron motivos suficientes para seguir trabajando por un cambio profundo de la cocina, la mesa y todo lo que hay en medio de esta cadena de producción. Pásense por su nueva página web, que casualmente salió esta semana, y entenderán qué es ser agente de cambio en este competitivo negocio de la gastronomía, y qué es inspirar desde el corazón.

#MadamePapita

@ChefGuty para El Espectador. Marzo 18, 2022.

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