Como pan caliente

¿Qué puede haber más sabroso que un pan caliente, recién salido del horno?

Ese olor a pan fresco que nos atrae a la panadería de la esquina del barrio, temprano cuando salimos de la casa, es el olor que nos lleva a pensar con qué acompañamos ese delicioso bocado. Gracias al pan siempre tendremos la puerta abierta para ponerle un delicioso relleno que nos dejará armar los más deliciosos sánduches que tanto nos solucionan la vida.

Al desayuno, un buen sánduche de huevo duro con aguacate y tocineta; al almuerzo, carne de cerdo en pan baguette con mostaza, y de ahí en adelante, un bocado de pan con queso y algo más siempre serán la solución a una comida ligera pero sustanciosa. El mundo entero desde el siglo XVIII conoció esta sencilla fórmula de usar dos tajadas de pan y un relleno apetitoso para armar un bocadillo a cualquier hora del día. Un gran aporte aparentemente de los ingleses que se expandió por el planeta entero.

Sánduche, sándwich, torta, emparedado, bocadillo, o sánguche son algunos de los nombres que reciben, todos tienen su ciencia y su esencia. Cada cultura se especializa en mejorarlos, darles su identidad y lograr ponerlos en la cabeza de todos los que amamos comer sánduches. Calientes, fríos, horneados, apanados, dietéticos o engordadores, son la oportunidad de sacar su creatividad a flote.

Yo entrego mi reino por uno frío de jamón y queso cuando llego cansada de trabajar, pero me seducen también los de las tiendas de barrio, los de restaurante de paso del mediodía que combinan un buen sánduche con una sopa o con ensalada y quedo muy bien almorzada, o inclusive los improvisados que uno se arma cuando lleva lonchera de atún, tomate y algunos otros ingredientes al trabajo. El sánduche sin lugar a dudas siempre será el mejor desbaradero para cualquier momento del día y la noche y por eso es tan popular aquí y en la Conchinchina.

Hoy quiero recomendarles dos maravillosos lugares de sánduches en Bogotá. Uno muy peruano y el otro una apuesta creativa para comer sánduche de pollo.

La Lucha Sanguchería Criolla (@laluchasangucheria):

Los conocí hace unos años en Lima, fue un amor a primer bocado. Me volví cliente fija en mis viajes pues son sánguches que no solo llenan la barriga, sino el alma. Cada mordisco es reconocer el sabor peruano en todo su esplendor, son productos frescos y artesanales (aquí no hay moldes).

¡Están recién llegados a Bogotá! Eso sí, con la misma calidad, amabilidad de sus empleados y con el mejor sánguche de chancho y salsa criolla que me haya comido aquí. Gran aporte, han sumado a su carta el agua de panela y las papas criollas que le dan una identidad a esta sanguchería. Con una promesa de venta clara: “Para servir a nuestra gente”, La Lucha tiene opciones para todos: sánguches de pavo, pollo, res, cerdo y hasta vegetarianos; visitarlos les permitirá encontrar delicias para comer. Y si se deciden a vivir la experiencia peruana completa, la chicha morada es deliciosa como acompañamiento. Como buenos artesanos que trabajan con dedicación, se toman su tiempo para servir cada uno de sus platos. Los asustará la fila de la entrada, pero vale la pena vivir la experiencia.

Pollería La Cósmica (@pollería_lacosmica):

“Pollo frito y pola”, y es así. Sin mayores pretensiones, pero con un pollo frito con receta original para chuparse los dedos; lo hacen a uno un cliente fiel de unos deliciosos sánduches frescos y crocantes. Verduras, pepinillos y salsas acompañan al pollo “arrugado” que en cada mordisco hace querer un poquito más. Esta pollería llegó a recuperar un local en el corazón de Chapinero y le da vida a un lugar donde tomar pola y comer pollo con la mano es un placer. Repitan el búfalo, pica y repica pero es el mejor.

#MadamePapita

@ChefGuty para El Espectador. Abril 19, 2018.

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