¡Gócelo!

Tal como me acuesto me levanto, la mayoría de las veces pensando (¡alucinando, delirando!) con las delicias que pasarán por mi día. Es la manera básica como pienso en hacer feliz a mis amigos y a mí misma, eso es amor propio puro y duro; el amor incondicional del que tanto se habla hoy en día para mí tiene forma de deliciosas indulgencias comestibles. Quizá es una idea anticuada, de las abuelas, pero una mesa llena y gente sonriente en ella es la mejor receta para sanar el alma y para amar a mis anchas; si la reencarnación existe, yo creo que fui en otra vida una nonna italiana muy consentidora.

Hoy en día soy experta en desvares, con la nevera llena o desocupada siempre la recursividad llega para solucionar los antojos de los vecinos y amigos. Lo que piden generalmente se logra en un dos por tres. Y es que no se necesita tener una abundancia brutal para poder crear una buena comida que disfrutemos todos. Con pocos ingredientes también se logra.

El tiempo siempre está y la dicha de recibir gente hace que el motivo perfecto sea la receta que intente hacer feliz a todo aquel que llega a mi mesa. Mi manera básica de querer siempre será un buen plato de comida y una sonrisa con un buen vino. Gozar, gozar y gozar, “que el mundo se va acabar”, dice el viejo adagio y a mí que me coja en compañía, con la panza feliz y en medio de un brindis por la vida simple pero llena de muchas sonrisas de satisfacción.

Y esas sonrisas, aparte de verlas en mi mesa, las encontré en estos días en un espacio gastronómico maravilloso para cualquier hora del día y en donde cada cual escoje lo que quiere comer, desde los niños hasta personas que manejan dietas especiales. Salvio (@salviogastronomia) está en pleno corazón del Parque de la 93, allí 16 originales restaurantes crean un ambiente donde el compartir es el lema de todos. No se imaginan las caras de los niños en el Café Cereal Hunters, es como el palacio del color y el sabor de los chiquitos; mi mamá fue muy feliz con la pizza personal de pepperoni de D’Amici; mis amigas, una comió la hamburguesa de portobello de Home Burger, otra, unos burritos en Sipote y otra se fue por un sánduche de pollo crocante en La Cósmica; yo fui infinitamente feliz con las ensaladas y sanduches de la reconocida franquicia de Au Pain Quotidien y todos coincidimos en que un bar de arroz con leche como el de Alta Gracia es lo más cercano al cielo.

Al final todos hicimos mercado de nueces y condimentos en Granel y para cerrar un poco de chocolate en Chocology. También hay cervezas, comida mexicana y pronto abrirán espacios grandes de otros restaurantes, que seguro serán disculpas deliciosas para compartir y ser muy feliz.

#MadamePapita

@ChefGuty para El Espectador. Febrero 15, 2019.

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