Y llegaron las vacaciones…

Nunca he entendido por qué aguantamos hambre semestres enteros para irnos regios de vacaciones, pues así nos vayamos tres días, llegamos llorando y jalándonos las vestiduras por los kilos de más.

El año empieza en enero con los pecados decembrinos. Sí, sí, sí… buñuelo, tutaina, tamal, pastores vamos y las cenas de navidad y año nuevo. Resultado mínimo: 5 kilos y nunca entendemos cómo.

Pues claro, es sencilla la matemática: Coma, beba y duerma porque son vacaciones.

Y comienza la romería de gimnasios, masajes, dietas de hambre porque ya viene Semana Santa y hay que pasar la prueba del vestido de baño. Error. No es la prueba del vestido de baño, es lograr demostrarse que usted es capaz de autorregularse en la comida y demostrarse que solo come por placer en vacaciones.

Semana Santa no es tan grave, son pocos días, todo es a las carreras y generalmente tenemos trabajo. Pero ok, llegamos con el mismo sonsonete… Necesito estar a punto para junio. Y dele otra vez. Junio y julio es el verano y no propiamente colombiano, pero bien, es verano.

Se llegó mitad de año, los viajes, las vacaciones de los hijos, los puentes lúdicos y esto sí es la sensación. Mentalmente, por lo menos yo, si voy a comer muy bien, hago agenda previa con reservas, pido ayuda a mis amigos y me voy mentalmente preparada para mi felicidad.

No me digan que de verdad esperan que les crea que se van un mes de viaje a comer lechuga con queso Paipa o pollo a la parrilla con tomate. No les creo. Cada viaje, así sea en Sasaima, implica liberarse, desayunar con tranquilidad, almorzar en plan relajado y, claro, comer por que hay que dormir felices.

Los invito a liberarse, a comer con pasión y a disfrutar de la cocina local de donde lleguen. Disfruten, no se quejen… comer es uno de los placeres máximos incluso alcanza a clasificar como uno de los pecados capitales. El amor propio no tiene que estar amarrado a las vacaciones o un vestido de baño. Eso es propio, no de quien se nos cruza por enfrente.

Y vean, siempre pienso en todos, para los que se quedan en sus casas, les dejo una receta de un delicioso sancocho colombiano, la cual es exitosa en mi casa.

4 muslos de pollo

500 grs de costilla de res

500 grs de costilla de cerdo o pulpa de cerdo

4 Papas sabaneras peladas y partidas al medio

1 Plátano verde picado en trozos grandes

1 Plátano maduro picado en trozos grandes

2 Yucas peladas y picadas

3 Ramas de cebolla larga finamente picada

2 hojas de laurel

Tomillo al gusto

Cilantro al gusto

Sal y pimienta

Aceite

 

• En una olla grande poner aceite, esperar a que caliente y sellar las carnes de res y de cerdo.

• Agregar dos litros de agua, laurel, tomillo, sal, pimienta, algo de cilantro, cebolla larga, la yuca, plátano verde y el pollo. Cocinar hasta que el pollo esté bien cocido.

• Agregar plátano maduro, papa y rectificar el sabor.

• Servir acompañado de ají, hogo y aguacate. Siempre el arroz es el compañero ideal para los colombianos que nos gustan las sopas.

Ya van viendo cómo es la felicidad de las ollas. Los espero la semana entrante.

#MadamePapita

@ChefGuty para El Espectador. Junio 9, 2016. 

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Otras columnas

Acompáñame cada semana a recorrer temas que nos unen a través de la comida y sus tradiciones, las recomendaciones de buenos lugares y viajes glotones, productos y emprendimientos que vale la pena destacar y un descubrimiento de nuevas alternativas de salud, alimentación y bienestar con los aceites esenciales.

Que sería de los colombianos sin…

Se llegó el 20 de julio, día de nuestra Independencia, el cual rara vez entendemos como un momento de celebración del orgullo patrio pues en realidad lo que esperamos con ansias es un puente más en el año. Este año

#MásColombianoQue…

¡Es 20 de julio, fecha de nuestra Independencia! Un día que para muchos es un festivo más y que gracias a Dios no desaparecerá en una modificación a la “Ley Emiliani”, pero que para otros es momento de pensar realmente

Casi nos muerde el marrano

Cada vez que aterrizaba en Rionegro no veía la hora de salir del aeropuerto para buscar un buen chicharrón con arepa en la carretera que lleva a Medellín. Este recorrido, que para muchos solía ser tedioso, para mí era todo