Los colombianos somos buena muela por naturaleza: nos gustan los platos abundantes y con bastante sabor. Nuestra dieta siempre ha tenido una mezcla extraña de papas, plátanos, granos, arroces y sopas, recetas que nos dan energía, nos dejan satisfechos y nos hacen sentirnos orgullosos de esta tierra.
No deja de sorprender lo generoso que ha sido nuestro campo en cuanto a producción, teniendo en cuenta las adversidades que se presentan y, en algunos casos, lo difícil que ha sido la tecnificación y su desarrollo. Pero, a pesar de esto, nos gusta más lo enlatado, lo procesado y lo que sea bien facilito de montar, para ganarle tiempo a la vida. Bueno, aquí no estamos para pontificar, como muchos en redes; estamos para nutrirnos y fortalecer nuestra cadena básica de alimento.
Para bien o para mal, nuestro cuerpo sabe de ese tipo de preferencias. Cada día oímos más de personas intolerantes a muchos alimentos, hay enfermedades gastrointestinales de las que todos nos quejamos y, sobre todo, conocemos dietas mágicas que cada uno inventa, saca en redes sociales y que terminan en un efecto nocivo ya advertido.
Nuestra cultura se ha llenado de productos milagrosos, de dietas restrictivas y de enfermedades extrañas, desconociendo lo básico y maravilloso de una comida más natural, volviendo a lo básico y apoyando a nuestros productores. Pero como para cada lío existe un salvavidas, esta semana conocí @progurt.latam.
Todo el mundo habla ahora de los probióticos y prebióticos con una propiedad que asusta. Hay unos genios que los quitan y los ponen de la dieta, y los contenidos sobre ellos en redes muchas veces no tienen ni fundamento ni lógica, enredando aún más lo que uno mismo pueda entender. Progurt hace probióticos de cuarta generación, microorganismos benéficos parecidos a los que consumimos en forma de suplemento (pastillas o polvos) o en el yogur, que ayudan a mantener y regenerar la flora intestinal o microbiota que tenemos en nuestro sistema digestivo.
Todos pasamos por purgas, males de estómago, medicamentos que necesitamos para atender otras enfermedades —como los antibióticos— o se nos va la mano en las comilonas. Frente a esto, el estómago se resiente y lo sentimos lento. La recuperación se torna un poco más difícil, porque preferimos nuestros panes y harinas antes de una ensalada o una fruta. Ahí fue donde yo necesité una ayuda y entendí lo beneficioso de poder consumir probióticos, que solo se pueden comparar con las dosis de microorganismos buenos que tuvimos en nuestros primeros meses de vida, a través de la leche materna.
Mantener el tránsito intestinal es para machos. No me digan que ahora todos tienen dietas envidiables y que son fit. Fruta, verduras, cero estrés, ejercicio, agua a diario y en cantidades específicas son medidas que suelen ser difíciles para cualquiera por cuestiones de tiempo, juicio y el sinfín de situaciones que todos tenemos. Por eso, una mano amiga como los probióticos siempre cae bien.
“Nosotros queremos que la gente no dependa de ningún suplemento por largos periodos, porque si dependemos quiere decir que no estamos corrigiendo el problema adecuadamente, sino que nos quedamos en los síntomas sin solucionar los problemas”, me explicó Álvaro Escando, gerente de la marca. Esta rápida recuperación no es un milagro traído de otro planeta: es resultado de años de investigación y desarrollo de biotecnología, que llega a Colombia como punta de lanza para Latinoamérica, porque los colombianos nos cuidamos y somos, en general, personas saludables.
Progurt no solo son probióticos de cuarta generación. También es la posibilidad de abrirnos a producir nuestros propios yogures en casa con la yogurtera que tienen disponible, que a futuro son el producto que más rápido mantendrá nuestra flora intestinal. Yo tengo la misma máquina de hacer yogur que mi mamá usó cuando nací, pero ya aprendí que la de Progurt es mucho más rápida y moderna que la mía, que va por los 40 años. Producir cada uno su propia alimentación, en el caso de los probióticos, ayuda notablemente con el bolsillo y la digestión.
Anímense a aprender sin satanizar, sin tener que vivir en dietas imposibles y poco lógicas. Ayudar al cuerpo no está mal cuando vivimos en un momento frenético, cuando tener una comida que nos alimente es más difícil que llegar a tiempo al trabajo. “Queremos que la gente pueda corregir temas de fondo y enseñarle cómo comer mejor, para que tengan que depender es de sus buenos hábitos alimenticios y de vida”, aseguró Escandón.
La flora de nuestro intestino es nuestra flora de vida. Sin ella ni nos alimentamos ni tenemos buenos ratos, y esos espacios de buena comida se nos convierten en muchos casos pesadillas estomacales que pretendemos curar con un mejoral. Pongámosle un poquito de atención y veremos que poco a poco nos cambia la vida.