Un buen plan de domingo sigue siendo irse en combo a comer fritanga. Salir de la ciudad, pasar el día con los niños, la suegra y hasta el perro es un programa bueno, bonito y quizás ya no tan barato; pero deja a todos tranquilos, porque seguro cada cual encuentra qué comer, salen felices y con el corazón satisfecho.
La fritanga, propia del interior, ha ganado terreno en toda Colombia, y regionalmente cada uno le pone su toque, pero en general los elementos básicos son morcilla, chorizo, carnes y cuanta interioridad se cruce caben en la bandeja del piquete. La fritanga ha venido refinándose, pero les aseguro que todos nosotros nos hemos chupado los dedos con un mordisco bien grasoso y suculento de estos bocados propios de mi tierrita.
A manteles, en un potrero o en la casa, hay cosas fundamentales en este menú. Empecemos con el festín de los que nos engordan: plátano maduro asado (aguanta bocadillo), mazorca con mantequilla y sal, la infaltable yuca cocida, papas criollas fritas, papas saladas con ají criollo y guacamole. No pueden faltar las arepas de choclo y queso, y si algo más nos cabe podemos poner unas arepitas paisas.
Pero contra semejante carga calórica tiene que haber un enfrentado poderoso, las carnes: gallina criolla, cerdo, res y de ahí todos sus derivados. Chorizo, morcilla, chunchullo (lo más apetecido). Pero de ahí en adelante, ustedes solo pregunten y verán que se pueden comer todo y un poquito más, entre las vísceras o interioridades, que llaman en mi casa. Sabrosas, grasosas, pero que a más de alguno lo dejan con una sonrisa de oreja a oreja y la barriga en fiesta. Pero como el piquete da para toda la familia, también descubrí un nuevo nicho, los vegetarianos, a quienes ahora les venden deliciosas verduras parrilladas, para que toda la familia quede a gusto y ellos perfectamente puedan tener los mismos acompañamientos.
Estos manjares de la cultura colombiana, sin dudarlo, saben mejor cuando se sienta uno en el piso, come con la mano y se saborea el campo en el paladar. Famosos lugares como Cáqueza (Cundinamarca), Ventaquemada y Sutamarchán (Boyacá) hacen que a los piquetes se les haga paseo por una buena longaniza o una jugosa carne asada.
Llegó el segundo puente de este mes, así que es hora, si no lo han hecho, de que se pasen por el piqueteadero de confianza y disfruten. Bajativo recomendado, un aguardiente grande.
Doña Nieves: De lejos, la mejor gallina criolla con papas, yuca y ají de Bogotá. No es un piqueteadero donde encuentren de todo, pero les aseguro que solo con la gallina tienen. Un sabor único, servido en bandejas típicas y acompañado de un espumoso refajo, es el plan. Con cero pretensiones, Doña Nieves se da el lujo de tener filas largas y mesas llenas de miércoles a domingo. Tradición, sabor y buena mesa, la gallina se mantiene viva como identidad gastronómica del interior.
El Tambor (La Calera): Canasto en mano usted puede comer todo lo que se imagine de un piquete. Pocas mesas, jardines amplios y posibilidades hasta de postre. El Tambor hace posible que todo esté picado, caliente y bien servido. Paciencia es la regla básica al decidir comer aquí, la parrilla es al minuto y para garantizar que sus productos salgan en su punto se toman su tiempo. Campeonas las morcillas.
#MadamePapita