Ya saben ustedes que para comer soy llevada de mi parecer, no por suculenta, sino porque me gusta la variedad, la calidad y lo que capte la esencia de los sabores de los productos (y si son nacionales aún más). Quiero confesarles que estoy matada de la dicha con el concepto container, esos legos golosos que ya son famosos en las grandes capitales del mundo y que se han tomado las principales ciudades de Colombia.
Herederos de las plazas de comidas de los centros comerciales, las zonas container agrupan en un sitio específico (con un concepto bastante industrial en su arquitectura sostenible) un micromundo de restaurantes. Y es allí donde se vuelven atractivos, pues creo profundamente en la democratización del acto de compartir la mesa, de que cada cual “haga de su ombligo un florero y de su boca un candelero”, por eso cuando salgo a almorzar con amigos de distintos tipos de gustos gastronómicos no hay nada mejor que un sitio que ofrezca variedad.
Unos se van por sus ramen, otros por sus carnes, los que quieren el wok de verduras y los que preferimos un piquete santafereño, todos alrededor de la misma mesa, unidos por una cerveza artesanal y por la satisfacción en cada cara y en el estómago. Compartir sin tener que estar amarrado a una sola carta, que les da gusto a todos los paladares y permite compartir y repetir; un poco de lo que debería ser el ideal de una comida incluyente y, mejor aún, una lección de cómo sentarnos a disfrutar la vida en una sociedad como la nuestra.
Mis recomendados:
En la calle 109 de Bogotá está Zona Container 109: un parque contenedor colorido y en un lugar donde es fácil parquear. Mis preferidos, Los sánduches del Sr. Ostia y One Pizza, con buenas cervezas y postres.
El Tenedor 51, en la Séptima con calle 51: incrustado en medio de la caótica vía capitalina, este inmenso tenedor rojo con el que se topa uno en el andén es el inicio de una deliciosa experiencia gastronómica. Hamburguesas, perros, carne, crepes y sabrosos dulces son un buen lugar para pasar los huecos de la universidad o darse una escapada.
Estos son solo dos de los muchos parques que hay hoy, pues además de estas ciudades de lego ahora comenzamos a toparnos con contenedores unitarios que en parqueaderos, terrazas o bombas de servicio dan vida a deliciosos cafés, tiendas o franquicias de restaurantes. Mi súper recomendado, La Ratonera – Quesería, una quesería artesanal como para chuparse los dedos, @ratonera_queseria.
#MadamePapita