No se necesita trabajar en una joyería para saber el valor de un grano de oro: ni los quilates, ni su brillo, ni su calidad se igualan a lo que para mí es un grano excelso, provocativo y que trae abundancia a muchos hogares. Llámese trigo, lentejas o maíz, los colombianos nos hemos criado a punta de buen pan, maravillosas arepas y cazuela de fríjoles desde que dejamos el tetero.
Para muchos pueblos, el grano de oro es la quinua, tan de moda por estos días y que amo en ensaladas, sopas y muchas otras preparaciones. Para otros, el rey es el maíz, cereal venerado por los aztecas, que quiero siempre en todas sus variedades y colores: sea en arepa, tortilla mexicana o asado en su propia tusa, untado de mantequilla y buena sal, como si estuviera en el estadio viendo un partido de fútbol.
Los granos son mi fascinación porque con un buen arroz, algo de ensalada (una tajada de aguacate siempre es el casadito perfecto) y cualquier grano en la olla, la magia empieza y tengo un almuerzo que no tiene pierde con todos los comensales de la casa. Lentejas, garbanzos, fríjoles, hasta arvejas verdes con cerdo y hogao, son la solución. Y si quedan para el calentado del día siguiente, mejor.
En estos días sí que he estado feliz con mis granos adorados, pues no saben lo que encontré: unos pasteles de garbanzo cucuteños que me transportan a la frontera de nuestro país. Son crocantes, con un relleno increíble y acompañados del tradicional ají de cebolla ocañera: ¡para qué más! Esos sombreritos son mi debilidad, y quienes no sepan de qué les hablo no tienen ni idea de lo que se pierden. Los encuentran en @gioco_mercato.
Otra indulgencia de granos, digna de las mejores casas costeñas, son los kibbehs libaneses que tan bien sabemos hacer en Colombia, gracias a la arraigada tradición de los migrantes árabes. Para mí son una joya, fritos o al horno, pero siempre crocanticos por fuera y hechos un puré por dentro. Para quienes, como yo, son amantes de estos manjares, además hay kibbeh nayeh, kibbeh asado y maravillas más en @escaf_arabe. ¡Que vivan el bulgur y todas las buenas cosas que trajeron los sirio-libaneses al país!
La dieta de los granos es pesada en el estómago para muchos, pero nada que no se solucione con un buen bajativo (aguardiente), un agua de anís y canela o, para los más enrollados, hasta un ayudante químico. Los granos son y serán por excelencia la base de las dietas de todos los continentes, por su antigüedad, por hacer parte de las raíces culturales, pero sobre todo por las delicias que de generación en generación van pasando por nuestras mesas. ¡Buen provecho!