No hay nada más rico que llegar a una mesa a compartir con familia o amigos, donde el centro de atención sea la comida a compartir y por ende, la base de una buena tertulia, chisme o chistes del momento.
Cada día vemos cómo las mesas se acomodan a los platos compartidos, a la posibilidad de dar unos mordiscos y de probar todo lo que llega para convidar.
Atrás están quedando los únicos platos inmensos, donde el compartir era necesidad porque sino se quedaba la mitad. Hoy, la fórmula es inversa. Platos más pequeños llenos de colores, fáciles de comer y que generalmente van al centro de la mesa.
Las mesas se ven llenas de platos, platicos y bandejas. Como las mesas de las abuelas donde los panes, tortas, y cositas varias, alegraban las onces después del colegio. Este novedoso formato realmente no es tan novedoso. Nuestras mamás lo hacían o lo hacen cuando en la nevera queda de todo un poco y hay que sacarlo antes de que se dañe. Sí señores, esa temida semana de fin de mes donde todos comemos las mezclas más particulares en arroces o salsas, pero que al final son deliciosos porque tienen todo el amor y sazón de la casa.
Nuestras primeras mesas compartidas y de las que tengo memoria son las conocidas mesas de las fritanguerías, donde con mantel plástico y ají en coca con cuchara de plástico, las delicias de las frituras colombianas se comparten con refajo y muchas risas.
Como ven, es cuento viejo, pero lo más particular de este momento no son los platos ni los tamaños, es el tener que compartir la mesa. Sí señores, ahora son otra vez mesas largas donde los míos, los suyos y los vecinos, compartimos espacios a media voz y con la posibilidad de trazar líneas invisibles, donde acabamos todos sabiendo que habla el vecino. Compartir, picar el plato del amigo y todo con una sonrisa, les aseguro que la comida, ¡siempre alimentará el doble!
Hoy, ¡los restaurantes para compartir!
Calderón: Un restaurante que trae de regreso los cocidos, las ricas carnes cocinadas por horas a fuego lento, sabores milenarios acentuados con la buena cocina de Tomas Rueda y Juan Pablo Loaiza (Donostia, Tabula). Ingredientes frescos, espacio para los vegetarianos entre sopas, ensaladas y contornos. Un manjar para compartir entre amigos.
El rey de la mesa es el tuétano que se unta en un pan artesanal de la casa con hojuelas de remolacha que hace un contraste brutal de sabores. La ternera, el cordero, la chuleta de cerdo, las albóndigas… todo es delicioso.
Salvo Patria- @salvopatria: Bien lo dice su nombre rescatan ese sabor de patria que tanto busco. Queso de producción colombiana, de la sabana de Bogotá y una burrata costeña para chuparse los dedos. Ragú de conejo, trucha ahumada y chorizo de cerdo con huevos buenísimos. Para los vegetarianos y los más avezados en la cocina, la ensalada de cebada perlada, ¡para chuparse los dedos! Postre bien criollo: Tomate de árbol con moras con un helado delicioso.
El mejor café que he probado en meses. Se nota el trabajo en conseguir lograr un producto único, con un aroma que me conquistó y me llevó a tomar café. Tintico, de verdad, del campo y con mucha identidad. Presentaciones nuevas que permiten vivir un ritual real. Sifón, chemex o aeropress, elija usted.
Un plus, menú del día para todos los gustos, el plato vegetariano provoca y mucho.
¡Disfrútenlos! compartan, y mi recomendación, de vez en cuando no solo compartir es lo delicioso… untarse, comer con la mano y disfrutar cada bocado hacen la diferencia.
#MadamePapita