En estos días se cotiza la comida, pues noviembre y diciembre nos permiten alzarnos la bata y comenzar a hacer los menús para las fiestas de fin de año. Los puentes, que en estos días son varios, nos permiten prepararnos con tiempo para las compras y, claro está, todo se acomoda en la balanza de precios y gustos. Lo cierto es que empieza la época de permitirnos todo en nombre de la Navidad. En la agenda de estos fines de semana están los piqueteaderos y paseos de olla inclinando la balanza, ya que el merengón, los helados y los dulces clásicos, hacen el contrapeso.
No podemos desconocer que esta época es para abrir los cajones de la memoria y comenzar a pedir comidas que nos saben a hogar, a tradiciones y a complicidad de las mamás y abuelas. Esta semana hice dulce con unas papayuelas que me regalaron, y duró lo mismo que yo tratando de salvarme de alguno de los diluvios de estos días: entre poco y nada. Así entendí que estamos en un momento para llegar a la casa y encontrar sabores que llenen de alegría el día. Decidí entonces que esa sería mi labor esta Navidad.
También se cotizan al alza los viajes por carretera a lugares más cálidos, y menos pasados por agua que Bogotá. Muchos me dirán que por acá estamos en que malo sí llueve y peor si no, pero la verdad es que tanto frío y vivir lavados desanima, y llega incluso a bajar las ganas de cocinar. Lo bueno es que el turismo local sí se ha activado, y las cifras de movilidad por carretera y avión así lo muestran, y eso se traduce en ingresos para el sector de alimentos, bebidas y demás eslabones de la cadena. Cruzo los dedos por que siga así, para que todos tengamos más de una nochebuena.
Cotizados, y mucho, los planes de experiencias gastronómicas en los barrios y en las veredas cercanas a las grandes ciudades. Esos pequeños rincones que vamos conociendo al recorrer nuestras zonas, y que se suman a los planes del día a día, reactivando entornos y proveedores directos. Esto lo digo con alegría: ¡esta temporada promete!
A todo esto hay que sumarle que las regiones se están tomando Bogotá, con unos proyectos espectaculares. Hoy quiero recomendarles uno que se cotiza al alza, y es una apuesta por la comida colombiana. Hace un par de meses llegó a la capital @cotizalonganiza, piqueteadero y “refresquería criolla”, donde el cerdo es el rey. Era un referente en Bucaramanga por sus sabores locales que enaltecían la cocina regional y sus sabores más clásicos. Carne oreada, esta vez de cerdo; “cotizas”, es decir, plátanos rellenos al horno, clásicas de la región; chicharrones, carnes y mucho sabor.
Ahora, en la esquina de la calle 95 con carrera 13, a dos cuadras del famoso Parque de la 93, esta casa esquinera da vida a un local lleno de color, diseño y espacios amplios para compartir. Su segundo piso, con una gran vista, es una terraza muy apetecida a la hora de ver fútbol, organizar planes para mesas grandes y una que otra fiesta.
Sus platos son tan buenos que sin dudarlo hago fila, y repito, pues encontré los mejores chicharrones que me he comido en años y le perdí el miedo a comer plátano maduro relleno. Soy bien rara, lo sé, pero esa mezcla me costaba mucho y prefería saltármela, pero ya no más. Lo más rico: la rellena de longaniza, y no pueden dejar de probar la carne oreada de cerdo, que preparan en un espacio controlado, todo de vidrio para que los comensales podamos ver el proceso y disfrutar de la transformación de la materia prima para lograr el término perfecto.
También les recomiendo los chorizos que hacen en una reducción de Kola Hipinto, un plato que llena de recuerdos a los de mi generación y que es perfecto para compartir por el sabor dulzón que le da esta gaseosa. En el apartado de los postres me quedo con la torta de almojábana, y por el lado de los tragos, el cóctel obligado es la margarita de Vélez: una mezcla donde la guayaba es la protagonista, de una forma sutil y cero empalagosa.
Finalmente, otro plan que cotiza para el puente es el brunch, una gran opción para un buen plan en familia, bien sea en Bogotá o en Bucaramanga, o un buen almuerzo tardeado para conocer estos sabores. Nos seguimos cotizando como país, como gastronomía y como destino local preferido por los colombianos, y qué bueno que sea en esta época, donde este buen momento es una gran noticia para toda la cadena del negocio.
¡Buen provecho!
Último hervor: Señores, que esta racha no nos distraiga: hay que cuidar el bolsillo con el precio del dólar que sigue subiendo casi que sin medida, y por lo tanto todo tiende a subir y, casualmente, nunca vuelve a bajar. Hay que planear bien los gastos de vacaciones si van a salir; validen mucho antes de pedir por aplicaciones productos facturados en dólares, y revisen las tasas de sus bancos a la hora de hacer el cambio dólar a pesos. Y ahí tienen un motivo más para seguir invirtiendo en el turismo local.