“A fuego lento, a fuego viejo” dice Rosana en una de sus canciones, evocando lo que implica tener claro el papel del fuego para mantener viva esa relación cómplice entre el calor que produce un buen momento, y la dicha de poder manejar esas llamas a favor de las experiencias. Pensar en tener la capacidad de dominarlo y usarlo a nuestro favor, siempre será un deseo que nos deja en medio de una marejada de mucho calor y buenas llamaradas.
Eso me paso esta semana en @trescuatrocinco Steakhouse, en una cena de amigos alrededor del fuego. Esta experiencia de siete tiempos, una edición limitada del restaurante que ellos bautizaron ‘A Fuego Vivo’, nos llevó por la historia de la humanidad, su relación con el fuego y cómo nos relacionamos con los cambios de la cocina atados a las llamas desde el gusto, el amor y el gozo. “Diseñamos una experiencia humana que busca controlar, cortar e interpretar el fuego en la modernidad, a través de platos donde la carne es la estrella”, explica Camilo Currea, chef y dueño de Tres, Cuatro, Cinco, quien en este recorrido entreteje trabajos con productos curados, frutas, verduras, frutos del mar y su Tomahawk, al calor de ollas de barro, hornos de adobe, y una parrilla en el punto perfecto de calor “345 grados Fahrenheit”.
Esta cena tiene algo maravilloso: nos invita a comer con la mano, sin prejuicios ni miedo a ensuciarnos. Desde el principio permite remangarse y, de paso, morder instintivamente cada uno de los productos del menú propuesto. Hace uno un viaje por los sentidos, al estar en contacto directo con el humo y el fuego, despertando sensaciones y percibiendo los alimentos de otra manera, más orgánica y natural. No deja de ser desafiante, lo reconozco, descabezar a mano limpia un langostino tigre y sumergirlo en una mantequilla achiotada, o desgarrar a mordiscos el maravilloso Tomahawk de Angus que marca el punto culmen de la experiencia.
Ahora, como con una buena fogata, tiempo es lo que se necesita para poder disfrutar cada paso. Así que sí deciden aceptar la invitación, sumándole un maridaje de licores tradiciones y grandes vinos, la propuesta termina siendo un gran camino donde aprendemos del fuego, las técnicas de cocina que lo usan y el maridaje perfecto con cada plato. Es un menú robusto, lleno de sabores y texturas que nos permiten, como a los niños, reconocer esas sensaciones que perdemos en el transcurso de la adultez.
“A fuego lento me haces agua, contigo tengo el alma enamorada, me llenas, me vacías, me desarmas”… Vuelvo a Rosana para cerrar esta experiencia, que me dejó encendida.
¡Buen provecho para su vida en general!
Último hervor: Arde el país en cábalas para el nuevo gabinete, e imposible dejarlo pasar. Aclaro que al momento del cierre de esta columna no se han anunciado quienes salen y quienes se quedan, e igual ya ni sé cuántos cambios hemos tenido a la fecha. Pero hay que decir que es justo y necesario un viraje en el sector que nos compete en esta columna, como dicen los ‘gabinetólogos’ que ocurrirá. El campo necesita, de verdad, alguien que se apersone de corazón de todo lo que se les debe a los campesinos, sobre todo después de dos años de gobierno. Comenzando por el tema de accesos y vías, pasando por créditos blandos, cobertura de servicios básicos, mejoras en infraestructura para su capacitación y educación; una mejora sustancial en el sistema de compra y venta, y ni hablemos de las condiciones de vida digna para ellos y sus familias. No se trata de un revolcón, como muchos claman sin entender nada, ni de quemar el país ante el incumplimiento de ideas surreales… Se trata de trazarse planes cumplibles y metas realizables.
Ojalá estos genios de los astros cabalísticos se les cruce una estrella fugaz que les permita de verdad, poner a un ministro capacitado, competente y que entienda la realidad.