2024

Han pasado cinco días de este nuevo año y ya se siente que han pasado fuertemente. Gracias a esta cantidad de puentes, veo con notable dicha que aún seguimos a medio camino de empezar, pues las vacaciones se alargaron, la dieta nutritiva prometida el 31 a medianoche sigue embolatada, y ni hablemos de eso llamado ejercicio. En esta casa nos ha costado mucho renunciar a los buñuelos, fue una despedida dura, pero necesaria, pues era insostenible seguir en la dieta del buñuelo diario todo el año.

Fui a hacer mercado el 30 de diciembre y se notó el agosto que se hicieron varios comerciantes, porque uno los miraba fijo y casualmente los precios cambiaban de inmediato. Sin embargo, el primer mercado de este año ya tenía incremento acorde a los anuncios del gobierno. No vale la pena ni quejarse, porque la respuesta es tajante: ya es 2024, señora. Mi vecina, que vende cuajada hecha por ella, me conmovió: le compré una y me pidió excusas por la subida. Por el contrario, la incentivé a que cobre más y mejor porque su trabajo es sano y sabroso.

Espero de corazón que, así como los mercados han sido implacables en lo del cambio del año, seamos así de claros con los pequeños productores. Que no sientan vergüenza ni miedo por cobrar lo suyo, ya que los intermediarios sí que no tienen remordimiento al ajustarnos sin piedad.

Las panaderías y las cafeterías también movieron sus precios, y ni qué decir de la gasolina, que el primero de enero nos recordó lo que nos vale movernos en lo básico, porque ya es un lujo usar el carro. Ahora nos falta ver los servicios públicos y con eso ya tenemos el presupuesto casi listo, para empezar el 15 de enero como Dios manda, plata en mano y cuentas claras.

Viene entonces el último puente de dichas y memorias, para cerrar oficialmente la temporada de vacaciones y aterrizar en la realidad de un año que, además de bisiesto, parece que empezó como volador sin palo. Bienvenidos a los últimos sancochos en leña, paseos de río con olla bien cargada; no se dejen comer a cuento cada vez que los vivos les pidan barbaridades por un plato de almuerzo, sobre todo en la costa, y disfruten cada restaurante de comida regional que se les cruce en el camino.

Todavía no es hora de apretar el cinturón, eso vendrá en un par de semanas. Por ahora es el momento de celebrar nuestras regiones, participar de sus carnavales y ferias, invertir en nuestro turismo local y comernos todo lo que podemos compartir en esos mágicos lugares. Es momento de descubrir esos municipios y ciudades a las que llegamos con respeto y moderación.

¡Que viva Pasto, carajo!, Manizales hay que gozarla; Barranquilla es siempre la ventana al mundo; Cartagena, en su lucha contra los vivos que no valoran lo que es espantar el turismo con estafas diarias, sigue siendo un destino maravilloso en Colombia; Cundinamarca y Boyacá, con ruana y mucho que conocer. El Pacífico es un destino que enamora y nos regala paisajes únicos. Y el Eje Cafetero tiene algo sorprendente en cada municipio. Anímense en este último puente a conocer y compartir.

Les deseo un 2024 lleno de comidas sabrosas, destinos gastronómicos en sus listas de planes para el año, muchas cocas para compartir no solo en la oficina sino con los amigos, más plazas y menos cadenas, más trabajo por nuestro campo decidido y sin excusas. Es hora de comenzar este año contando una historia que nos inspire, pensando en nuestra cocina y nuestros campesinos. ¡Provecho para todos!

#MadamePapita

@ChefGuty para El Espectador. Enero 04, 2024

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