En Colombia no somos ajenos a los sabores de Medio Oriente, que llegaron a nuestro país de la mano de especias, telas y muchas mercancías. Todo esto permeó nuestra cultura, de la que afortunadamente nos apropiamos hace varios siglos. Prueba de esto son los ancestros costeños, quienes acogieron como pocos esa herencia árabe, y la incorporaron en muchos de sus sabores.
Esa cercanía que tiene nuestro país con esta milenaria cultura me hizo nadar como pez en el agua en mi reciente visita a Turquía, un país de mil colores, texturas, olores, sabores, magia y mucha alegría. Hay que reconocer, además, que recientemente las buenas producciones turcas en la televisión reafirmaron mi necesidad de conocer paraíso, al que ahora llamo el “imperio del sabor”.
Aunque la capital de Turquía y su sede administrativa es Ankara, la ciudad más grande, cultural e históricamente reconocida, es Estambul. Ubicada en el estrecho del Bósforo en sus calles rodeadas de grandes Mezquitas y parques con vista a los mares Negro y Mármara, encontramos muchos puestos de comida con productos locales que, en su mayoría no son del todo extraños para nosotros, como sus mazorcas cocinadas. También se pueden conseguir pasadas por un asador donde previamente han quemado castañas, lo que les da un sabor único. Ahí encontramos los puestos de doner kebab con su trompo de carnes adobadas (vaca y cordero, jamás cerdo), que envuelven en pan pita.
Algo que seguramente encontrarán en la mayoría de restaurantes tradicionales que visiten son sus deliciosos mezzes: tahines, indios, ensaladas con o sin queso feta, berenjenas rellenas o un puré de berenjenas, el arroz bulgur, los frijoles blancos, pulpos y una gran variedad de mariscos y sopas de lentejas. Todo esto se puede acompañar de unos deliciosos y sorprendentes vinos locales o el tradicional raki (el licor turco). Esos platos los comí en muchos lugares, pero en mi memoria, y en mi paladar, quedó Duble Meze Bar @dublemezebar, donde probé las entradas turcas, unas albóndigas de cordero insuperables, y unos pescados entre aceitunas y buenas salsas. Este restaurante está ubicado en un enigmático edificio que después de las 10:00 pm se convierte en un lugar donde la gente baila los éxitos de hoy de la mejor música local, que invita a levantarse de la mesa y hasta tratar de cantar así no se entienda ni una sílaba… (créame, el raki lo hará por usted).
Entre los paseos gastronómicos obligatorios de esta ciudad está la visita al “Bazar de las Especias”, un lugar donde enloquecerán de felicidad probando y comprando tés, desde el tan conocido detox hasta los que sirven para la gripa, la digestión o hasta para enamorar. Yo compré un buen té de jazmín que se abre como una flor en la jarra que se prepara, uno de rosas delicado y muy aromático, y uno relajante que me dejó levitando. Mención aparte merecen los dulces o Turkish Delight, que se encuentran por todas partes, lo que hace muy sencillo el probarlos y poder elegir el favorito. Les dejo mi recomendación: los Anatolia y los Lomuk, con ellos van a la fija.
Dicho esto, la joya de la corona, para mí, está en las especias para cocinar buenos guisados o curris, que es la recomendación común. El azafrán y el comino, que brilla por ser profundamente aromático, me cautivaron, y también conseguí dátiles, pistachos y muchas variedades de frutos secos. Les aviso que cuando lleguen a estos vayan preparados, porque la compra será grande, y por lo tanto, la regateada también, jejeje.
Aquí me tomo una licencia para hablar de otros temas diferentes a la comida, pues también ha espacios espectaculares para compras de ropa y artesanía local, que pueden ser hasta parecidos a los lugares gastronómicos. Uno imperdible es el emblemático “Gran Bazar”, donde para mí sorpresa me encontré a un equipo de compatriotas cineastas, junto a unos turcos, que estaban rodando la segunda temporada de la famosa serie colombiana de Netflix “Pálpito”, y que, al igual que yo, se provocaron de conocer el famoso restaurante Nusr-Et Steakhouse Sandal Bedesteni, del influenciador turco @nusr_et, apodado Salt Bae, un carnicero y cocinero. Su arte y atracción en las redes radica en su forma de preparar sus carnes, y sobre todo en la forma de servirla. Puede que no lo identifiquen por el nombre, pero seguro lo han visto.
¿Y qué tiene de especial ese señor?, diría mi mamá. Pues lean muy bien lo que les voy a contar: es famoso por vender carne con oro. Así como lo leen. ¿Y saben qué? No fui capaz de pedirla, en parte por su costo y por la sensación de comerme un papel dorado, si puedo decirles que para mí uno de los mejores steak house que he visitado. Me descrestaron todos sus cortes de carne, sus jugosas hamburguesas, ensaladas y la cebolla frita, abierta como un pulpo, crocante y deliciosa como ella sola. Fue una experiencia maravillosa, que repetiría siempre no solo por su comida, sino porque es un lugar agradable para visitar, donde cada servicio de comida tiene su presentación y, obvio, les pondrán hasta su famosa #SaltBae. De postre no se queden sin comer su apoteósica Baklava con helado, una masa filo con mucho pistacho, que es una tradicional receta muy propia de los turcos.
Ya como cierre, les recomiendo tres buenos paseos: uno por el puerto frente al puente Gálata, con vista al llamado Cuerno de Oro, donde hay varios restaurantes de pescados y mariscos. Desde allí se pueden ver salir y llegar los botes que navegan en ese punto que une a Europa y Asia. En este lugar amé probar el pescado a la sal y más mezzes. La segunda recomendación es caminar y sentarse a tomar o comer algo en el nuevo Galata Port, un espacio con terrazas increíbles, desde donde se ve gran parte de la ciudad, junto con la llegada de los cruceros al puerto. Y para finalizar, deben darse un paseo por la Estambul asiática, donde entre casas muy simpáticas, encontrarán un barrio llamado Kadikoy, que vale la pena recorrer para perderse entre sus cafés con unos mejillones rellenos, aceitunas o pizzas turcas, mientras se visitan las tiendas de artículos locales.
En Turquía encontrarán un destino mágico, como salido de los cuentos infantiles que todos conocemos, que se convierte en uno de los destinos más apetecidos por los colombianos en la actualidad, pues este imperio del sabor tiene algo para cada quien.