Para cualquier negocio, hacer un relevo eficiente es una de las tareas más complejas de la vida. Saber dar un paso al costado en el momento exacto garantiza, sin lugar a dudas, el éxito de las actividades, la preservación de los proyectos y el maravilloso legado que entregamos de generación en generación. No es casualidad sino sabiduría que nuestros ancestros guardaran sus tesoros en pinturas, escritos, canciones o historias y anécdotas de familia.
Las comunidades son igualmente sabias en ese ejercicio de mantener vivas sus memorias, recolectar sus saberes y defender hasta sus semillas. En un mundo tan globalizado, es difícil mantener esos tesoros perfectamente guardados. Pensando en desorden, las cosas han sido así siempre: las abuelas intentan alimentarnos con sabores de casa, con esas recetas que han sido importantes para ellas, y a la medida que crecemos, recibimos sus mejores platos para conservarlos y conservar el legado, llegando incluso a enriquecerlo.
La vida se hace de pequeños instantes y grandes herencias. No en vano nos dicen que nos parecemos a nuestros padres o abuelos porque sí. Esto también ocasiona conflictos que todos hemos vivido, como esas peleas inolvidables con nuestras parejas cuando empezamos una nueva vida juntos, porque la comida no se parece a los sabrosos platos de la querida suegra. Esto puede escalar, incluso, a conflictos con ellas por cuenta de una receta que no quieren compartir.
Hoy, Colombia tiene un gran potencial para convertirse en un polo de desarrollo de la industria gastronómica no solo en el continente, sino a nivel mundial. Somos un país rico en productos, hemos venido compartiendo nuestras técnicas y nuestros saberes, siempre abriendo camino. Y nuestro talento humano es hoy punto de conversación en las principales cocinas del mundo.
Pasar la posta es un encanto, es un delicioso sabor a descanso, a legado, a entender que los ciclos se cumplen y que si fue capaz de hacerlo bien, su historia en la cocina perdurará en la memoria de los comensales que por ahí pasaron. Yo tengo en mi mente productos como Covo, Gudiz de Jack’s Snacks y los helados de Solferino, y restaurantes como Balzac, Club Colombia, el Crem Helado de la calle 34, Wimpy, La Academia de Golf, Claro Oscuro y Pozzetto, entre otros, que siempre estarán en mi corazón por sabor y por experiencia, y por eso, aún hoy los extraño.
Cada uno de nosotros extraña esa vecina que vendía algo maravilloso, el restaurante de la esquina que nos desvaraba, y rememoramos profundamente esos grandes magos de la cocina. Anímense a construir su lista de los tesoros de la memoria, armen el recetario, aprendan desde lo sencillo hasta lo complejo pero, sobre todo, reconozcan de manera positiva el trabajo de cada una de las personas que han decidido pasar la posta, dejando una marca en nuestro corazón y en nuestros sabores.