Historia sin fin

Este fin de semana sabremos finalmente qué tan coherentes y sensatos somos los colombianos a la hora de votar. Llegó el momento donde es responsabilidad de todos el ejercer nuestro derecho a decidir, pero también a participar de un momento donde se puede pensar en un mejor país, en propuestas que sumen, que tengan en cuenta el esfuerzo que cada colombiano hace a diario para llevar la comida a la mesa. No hay lechona o tamal que valgan la pena, las conciencias no se deberían comprar a punta de comida. Ah, y si no vota ni siquiera se queje: quien no participa no debería tener derecho a criticar.

Hay varios temas para revisar a la hora de la agenda que nos compete en estas elecciones, que influyen en nuestra seguridad alimentaria, en la reactivación de la producción del campo, en nuestra identidad gastronómica, y hasta en el costo de vida, que sigue en aumento. Esto sin olvidarnos de las condiciones laborales, la capacitación de los actores de la cadena productiva y un sinfín de trabajo que se debe hacer con las comunidades para preservar la herencia y patrimonio de cada cocina en el país.

Como ven, no es menor la agenda. Sé que a veces parece un cuento chino o una retahíla, como diría mi abuela, pero son temas que nos tocan el bolsillo, afectan a nuestros niños, nos dan independencia en las cocinas y permiten que el campo reviva. Entonces, votar se convierte en una herramienta de defensa de cada uno de nosotros, de nuestros principios y nuestras prioridades. Es apostar por nuestro entorno y pensar en comunidad, es soñar con los pies en el piso en que podemos tener un país tan maravilloso como el que tenemos, apoyando el campo y cuidando de nuestros productos, productores y campesinos. La pregunta es, ¿estamos listos para esta conversación?

Este proceso es como cualquier receta: tome los ingredientes, siga la receta, párele bolas al procedimiento y seguro tendrá un plato exitoso. Además, si sobra un poco, póngalo en una coca y comparta. Es así, no coma cuento, revise los planes de gobierno de sus candidatos, no cambie su intención de voto por un plato de comida o un bulto de papas, porque “¡naranjas!”. Al final fue un ratico de placer y unas horas con la barriga llena, pero si de verdad le interesa la seguridad de la comida de los próximos cuatro años, párele bolas a donde marca su voto.

Estamos a tiempo de hacer un aporte significativo a nuestra gastronomía, a las cadenas productivas y de paso darle aire a nuestra identidad gastronómica. Este tema no puede seguir en la tierra del olvido, tiene que ser un motivo de orgullo y trabajo conjunto, pues como colombianos tenemos derecho a exigir y participar activamente en su construcción.

#MadamePapita

@ChefGuty para El Espectador. Marzo 11, 2022.

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Otras columnas

Acompáñame cada semana a recorrer temas que nos unen a través de la comida y sus tradiciones, las recomendaciones de buenos lugares y viajes glotones, productos y emprendimientos que vale la pena destacar y un descubrimiento de nuevas alternativas de salud, alimentación y bienestar con los aceites esenciales.

México de mi alma

México siempre está en el corazón de los colombianos. Y no lo digo por ese romanticismo de ser naciones hermanas, sino porque realmente son muchas las cosas que nos unen: la música, que tanto disfrutamos en serenatas llenas de rancheras

Esencialmente básico

“¡Siempre me cautivaron los aromas de la cocina de mi madre y el hermoso bazar de la India, que exhibía coloridas especias, frutas y verduras! Gracias al trabajo de mi padre, tuvimos la maravillosa oportunidad de viajar, vivir y experimentar

De pizzas y placeres culposos

Confieso que amo la pizza hawaiana, que seguro en Hawái le dirían la pizza colombiana porque es bien particular la mezcla de piña y jamón, pero bastante seductora cuando estoy muerta de hambre y eso es lo que hay. Es