Unidos somos más

Todavía me sigue sorprendiendo cómo una pandemia pudo volvernos más ingeniosos a la hora de sumar esfuerzos, juntarnos en torno a la cadena de alimentar y para crear modelos de sostenibilidad. Todo esto es un ejemplo de lo bueno que podemos aprender de estos tiempos: somos uno y, o nos ayudamos entre todos, o perdemos como humanos. Quisiera que los restaurantes conservaran hábitos cómo vendernos los productos de sus proveedores. Aún mejor, que mantuvieran la generosidad de compartirnos sus recetas para que preparemos en casa y así continuar con ese modelo de comprar en el lugar para llevarlo y prepararlo en tu propia cocina. Eso ha hecho que no sólo gane toda la cadena de los suministros, sino que inclusive aprendamos a cocinar, a valorar la materia prima y la elaboración de un plato.

En mi casa, por ejemplo, adoran que nos vendan los insumos para comida mexicana y poder terminarla en familia, a ritmo de rancheras, recuerdos y chistes, todo acompañado por ese tequila especial que me mandan mis amigas mexicanas, que en sus viajes se acuerdan de esta Papita con corazón chicano. La comida es como un imán de experiencias, de buenas acciones. Si se fijan, siempre que uno abre la puerta de la casa, alguien llega con un pan, un detalle o con los ingredientes para sumarse al encuentro.

La nuestra es una cultura de puertas abiertas, de compartir y de “rendir la sopa”, como dice mi mamá. Nunca es poco lo que tenemos a la hora de alimentarnos, y poder tender una mano a quien nos pide es la posibilidad, como dicen en los juegos, de poner todos algo. No tiene que ser ni mucho ni poco: lo que la posibilidad nos brinde está bien, y eso hace de nuestras mesas unas mesas robustas y ricas en sabores y conocimientos, pues siempre hay una receta heredada que nos suma.

Diciembre y enero son un gran ejemplo de esto. Sancochos, ajiacos, arroces, pasteles, tamales y asados… en fin, una infinidad de menús que permiten fácilmente sumar entre amigos y productos. Además, cada región cuenta con una tradición que, sin lugar a duda, será la dicha y el deleite de todos. Paseo en carro, salida de domingo o un buen encuentro de familia para fin de año serán la excusa perfecta para dar y convidar. Lo fundamental de esta época, y ojalá de cada mes del año, debería ser sumar, compartir y unir esfuerzos en torno a nuestras mesas colombianas.

Hoy quiero recomendarles un lugar que conocí tras pasar por Tunja: La Candelaria (@lacandelaria_colectivo), una bellísima casa con cuatro experiencias gastronómicas diversas e insuperables en la ciudad, donde las mesas para compartir mandan la parada. De entrada disfruté las delicias de Proa (@restaurante.proa), donde los ceviches fueron de mis más amados placeres. También les recomiendo las croquetas de encocado. También cuentan con una amplia carta de pescados y mariscos que se ve buenísima, y es un motivo para volver.

Luego, fue turno para el plato fuerte, llegado desde De Origen Bistro (@de.origen.bistro). Quedé altamente sorprendida con sus carnes jugosas, en su punto y llenas de sabor. Compartimos un T-Bone con mantequilla de ajo y mostaza, acompañado de cascos de papa nativa y ensalada de verdes orgánicos; un ossobuco de res con ñoquis, pulled pork y costilla ahumada al barril (de las cosas que más amo). No crean que éramos tres: era la familia entera de paseo un domingo. Esta carta es una felicidad de colores y texturas, llena de generosidad en sus porciones, y acompañada de un ambiente delicioso, con música de los setentas.

Para finalizar, pedí el único y verdadero merengón del paseo, con un tinto bien colombiano, en La Bizcochería (@laa_bizcocheria). Debo reconocerles que es más fácil ponerse de acuerdo en temas políticos que decidir qué comer ahí, entre tortas, merengones y postres. Llevamos para compartir en casa croissants de almendras y de jamón serrano, rollo de canela y unas galletas de chocolate. De ñapa, para los que aman tomarse unos buenos cócteles en un ambiente de sofás muy relajado, está 432 Hertz (@432hztunja), el rincón de la casa donde las ginebras son la especialidad. Lo que más adoré es que es pet friendly.

Definitivamente, de esta experiencia concluyo que cada proyecto se reconoce muy fácil, que cocinan y hornean con amor, cuentan con un personal servicial y muy amable, y el lugar es una hogareña casa en el corazón de mi adorada Boyacá, donde ratificamos que unidos somos más.

#MadamePapita

@ChefGuty para El Espectador. Noviembre 12, 2021.

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Otras columnas

Acompáñame cada semana a recorrer temas que nos unen a través de la comida y sus tradiciones, las recomendaciones de buenos lugares y viajes glotones, productos y emprendimientos que vale la pena destacar y un descubrimiento de nuevas alternativas de salud, alimentación y bienestar con los aceites esenciales.

¿Y dónde está mi mantequilla?

Estoy desesperada con esta vaina de no poder comprar una libra de mantequilla en ningún lugar, porque nadie sabe qué es lo que pasa. Unos me dicen que las vacas no tienen pasto. Otros aseguran que el valor pagado por

Quiero quererte

Querido 2022: quiero quererte de entrada, con todos los defectos y vicisitudes que puedas heredar. Se que no será fácil empezar, pues la receta básica aparentemente trae una alta dosis del virus que nos ha acompañado últimamente. Sin embargo, como

¡Ni un americano más, por favor!

Mi día no puede empezar peor si llego a comprarme un tinto y la frase que sigue es: ¿un americano? No señorita, es un tinto, ¿qué tiene eso de difícil? Siempre mi pregunta interna es: ¿En qué punto nuestro tintico