Regalos con un propósito

Querido Niño Dios: me siento estafada respecto al 2020, no por ti, sino por mí. Te quedé debiendo algo: cinco meses del año, en los que mi cuerpo estuvo más lento, no hice tanto por el dichoso cambio climático y, de verdad, poco hice por transformar hábitos que quiero dejar atrás. Pero si miramos bien, tú también me quedaste debiendo. Siento que solo había pedido una cosa este año que termina, y era que la gente se viera y se reconociera. Pero después de todo este encierro, veo que ni nos vemos, ni mucho menos reconocemos los esfuerzos de los demás. Siendo así, estamos a mano. Prometo portarme mejor, no incluir aerosoles en mis compras, no pedir bolsas en el mercado y sembrar más en mi huerta, además de comprar más a mis vecinos y, sobre todo, trabajar firmemente por el desarrollo del campo y los artesanos colombianos. En el año que llegará pronto no prometo hacer ejercicio ni comer mejor: comeré lo que me dé la gana, caminaré más para conocer nuevos emprendimientos, pero, más que nada, trabajaré para hacer cada semana una compra directa a mis vecinos de la sabana de Bogotá o en cualquier municipio que visite por trabajo.

Para ir empezando a recomponer este año, empecé por mi lista de regalos, de la que saqué a varios a quienes solo les daré un gran abrazo (o mejor un codazo). Espero que entiendan que menos es más y que necesito estar concentrada en un par de causas de #SaborDeColombia. Por eso, cada regalo será una memoria del campo donde aprendí a querer el cilantro y a comer papa salada. Hierbas aromáticas de mi jardín y comida de mis vecinos, que serán un bocado para cada casa a donde llegue, y haré un par de regalos más por lo que ellos representan. También regalaré luz, pues todos necesitamos algo que nos alegre la vida y nos devuelva la fe perdida en medio de esta pandemia. Por eso les recomiendo @Ziba_Candles, un emprendimiento de mamá e hija que en medio de la crisis causada por el COVID-19 vieron una luz de esperanza en las velas aromáticas naturales hechas a base de cera de soya y materiales 100% reciclables. Velas con un propósito: estrechar el vínculo afectivo y transmitir paz y tranquilidad, convirtiéndose en artesanas de luz, de modo que llegue a cada hogar el maravilloso trabajo de sus mágicas velas. ¡Un emprendimiento de dos mujeres berracas!

Y como debemos seguir caminando, porque de otra manera no ubicamos los proyectos nuevos, descubrí por un compañero de intercambios literarios a @dvotio: ¡Moda responsable con base en diseño sostenible! Llegaron unos ‘sneakers’, o tenis, diría mi abuela, prendas tributo a la simbología de nuestros pueblos indígenas. Los míos son un tributo a la geometría sagrada, un tejido del pueblo quichua en Nariño, y hacen parte de un producto de los zapateros de Norte de Santander. Reciclaje sumado a tesoros artesanales es mi superregalo de navidad.

Regalos del alma son lo que más necesitamos. Sumar y restar, para multiplicar intenciones, amor, bendiciones y que la abundancia sea para todos, para todos esos creadores que hicieron en este tiempo de tripas corazón y gracias a ese esfuerzo lograron descubrir capacidades, creaciones y una nueva forma de vivir.

#MadamePapita

@ChefGuty para El Espectador. Diciembre 17, 2020.

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