Lo que se hereda no se hurta

Sin lugar a duda una de las grandes herencias que nos dejan nuestros ancestros, aparte de la educación formal, los regaños y los triunfos, es lo que aprendemos en la cotidianidad del hogar. Las recetas que se preparan y les dan un sello a nuestras mesas, el toque secreto de cada uno de esos platos y la forma de manipular cada ingrediente.

Yo nací en una cocina, a lado de mi abuela y mi tía Beatriz, quizá quienes más han marcado amorosamente mi vida. ¡La cocina es amor sin dudarlo! A través de ella podemos expresar un te amo sin vocalizarlo, pero sí habiéndole dedicado alma, vida y sombrero por horas, para preparar delicias que nos fueron heredadas de generación en generación.

Así y de manera sencilla han surgido muchos y maravillosos cocineros. Influenciados por sus abuelos, sus padres o tíos, que con ese amor fraternal inculcaron este oficio de cocinar. Ellos dejaron su legado y sus tesoros gastronómicos a las nuevas generaciones, que hemos decidido rescatar nuestra cocina de la casa, nuestra despensa criolla y los procesos más sencillos. Hoy en día nuestras ciudades están llenas de buenos ejemplos de restaurantes que demuestran la importancia de recibir una herencia gastronómica fuerte y tener la capacidad de reinventar eso que recibimos.

Legado, una palabra común entre los abuelos y nuestros padres, hoy cobra vida en un nuevo restaurante de puerta rosada, en el corazón de la Zona G bogotana. “Legado, cocina hecha en casa” (@legadohomemade), es un lugar construido desde la herencia y los lazos familiares, donde cada rincón es impecablemente decorado buscando hilar una historia que, entre texturas y colores, abre el apetito e invita a comer. Un menú lo suficientemente amplio para disfrutar con tiempo y pausa las delicias de las herencias familiares de la chef, con platos sencillos, llenos de sabores, porciones para compartir y una variedad de vinos que hacen de Legado una excelente opción a la hora de buscar comida de casa.

Extrañamente, pero con mucha felicidad, es una carta donde el ser vegetariano es una dicha. Hay varias opciones desde las alcachofas parrilladas hasta fuertes como el risotto de setas y tartufo, o los raviolis de queso con tomates secos, corazones de alcachofa y espinaca, que hacen la mesa para quienes no comen proteínas animales. Mis preferidos, como buena carnívora que soy, el lomito de res en salsa de balsámico, el churrasco encebollado y el fettuccine con albóndigas. Y si después de un banquete como este les cabe el postre como a mí, no se pierdan la bola de chocolate o el volcán de dulce de leche.

En Legado me sentí en mi casa pues allí hay historia y hay una combinación perfecta entre la música —en una playlist minuciosamente armada para generar alegría en cada momento y poder hablar con el vecino sin tener que gritar—, el excelente servicio, cercano y ágil, pero por sobre todo la atención y el cuidado mesa a mesa de sus creadores, todo eso sumado a sus exquisitos sabores y cálido ambiente han hecho que regrese siempre sin dudarlo.

#MadamePapita

@ChefGuty para El Espectador. Octubre 12, 2018.

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