Estamos de nuevo en la era de los superhéroes, ya no sólo Batman y Robin inundan las pantallas en el mundo entero, sino que, lentamente, los superhéroes de carne y hueso, y algo “rellenitos”, se apropian de los espacios donde los mensajes para los niños cobran vida. Crecimos creyendo que esos ideales de superhombres eran inalcanzables, los cuerpos perfectos eran ideales de revista, y a la vuelta de la esquina resultó que no eran los superpoderes, sino un simple juego entre lo que nos vendían para comer y beber, y lo que decidíamos consumir.
Futbolistas, ciclistas, bailarines y cantantes son hoy lo superhéroes de nuestros niños, personas que se convierten en el sueño de crecer y ser famosos. Gente real, que come como nosotros y que representa marcas que para muchos de nosotros no tienen nada que ver con una alimentación acorde a unos niños sanos y fuertes, como dirían las abuelas. Colombia es un país donde la cerveza y el aguardiente son productos básicos y necesarios en las fiestas, celebraciones y hasta en el fútbol; y la gaseosas o bebidas azucaradas son hoy en día casi imprecindibles a la hora de comer y de armar loncheras, productos donde el azúcar es la reina del baile.
Muchos esfuerzos, no sólo en Colombia sino en el mundo entero, por vencer una de las peores epidemias actuales, la obesidad infantil, se enmarcan en mensajes de mejores y más sanos alimentos, dietas más limpias, menos chatarra y mucho trabajo en historias que acaben con esos personajes oscuros y horrorosos que ven los niños en las verduras, las bebidas sin endulzantes, y donde sean felices con loncheras en las que un banano sea el rey y no les dé vergüenza sacarlo. Pero además de ésto, el trabajo empieza realmente en nosotros los adultos, que somos más necios a la hora de comer que ellos mismos. Los niños heredan nuestros gustos, comen lo que les servimos y siguen los patrones más sencillos a la hora de sacarle la lengua a lo sano.
Esta semana me enviaron un video de un patrocinador del F.C. Barcelona que me llevó a pensar en qué punto volví a amar el brócoli pues en mi casa era un personaje nefasto y poco consumido, donde mis papás no lo compraban ni para el conejo. Entendí que me costó muchísimo aprender a comer vegetales, consumir menos azúcar y tener una mejor relación con lo que muchos llaman el pasto en el plato. No en vano soy #MadamePapita, por una papa cedo mi herencia, pero hoy prefiero una papa nativa a una papa frita de cadena de comida rápida. Los héroes de hoy comen brócoli, mandan mensajes de trabajo en equipo y nos abren un camino importante en la construcción de niños sanos que a nosotros tanto nos cuesta.
Quiero recomendarles esta semana una página web que les ayudará con maravillosas ideas para la hora de alimentar a nuestros niños: Sana Comilona (www.sanacomilona.com) de María Paula Navas, una mamá que es una superheroína a la hora de inventar, crear y alimentar niños. En Instagram: @sanacomilona, ¡anímense a inventar!
#MadamePapita