Como hemos visto últimamente estamos inmersos en la dictadura de las dietas, la comida fit, la cuestionadera de qué es lo que nos metemos a la boca y por qué tan caro todo.
Es un suplicio sentarse con algunas de mis amigas a la hora del almuerzo, a cuestionarme el por qué comes eso, sabes la cantidad de grasa que tiene, pero a ver … no que nos vendes comida sana a todas a domicilio: Sí, sí les vendo; sí, sí se que estoy comiendo; y sí, si soy muy feliz comiendo.
Mi pasión por la comida me ha llevado por largos y tortuosos caminos de dietas estúpidas, de aguantar hambre, de comer semanas enteras piña y atún; hasta que descubrí la mejor de las dietas posibles: Como todo lo que me hace feliz de una manera racional. Obvio, hay días donde como cómo volqueta sin medida y sin freno pero, seamos sinceros, una buena lechona con arepitas o una bandeja paisa, ¿no ameritan romper la dieta, comer plácidamente y obvio, hasta sentirse culpable de todo lo que me cupo?
Bueno, la realidad es otra (al parecer). Hoy la carrera contra el tiempo tiene una regla de oro: “garrote y zanahoria”. Cada día buscamos más restricciones mentales para alimentarnos, nos sometemos a largas jornadas de ejercicio y gimnasios, para terminar en la desbocada rumba o almuerzo del sábado. ¿Qué pasa si en lugar de aguantar hambre como faquir entre semana se come una que otra cosita con grasa o una harina deliciosa al almuerzo, y no un pollo hervido con brócoli? ¡Nada! Le juro que si se mide, va a ser más feliz, va a encontrarle sabor a la vida y seguro hasta más peso pierde.
Pero como yo no escribo para lavarles el cerebro, ni para ser un gurú de dietas, a los cuales detesto, vamos al grano. Su felicidad sí está químicamente amarrada a lo que usted come. Mayor hambre, mayor frustración, mal genio y poquita tolerancia pues su cerebro se enfoca en un proceso de abstinencia y no propiamente sexual. Creo que Colombia hoy tiene suficiente oferta gastronómica para poder salirse del aguantar hambre; si lo duda, salga y úntese de calle.
Descubra los carros de comida, los puestos callejeros de chuzos con papa, conozca que hay localmente apuestas gastronómicas y dése la oportunidad de que le queden los labios brillantes de vez en cuando. Mucho se critica, sobre todo en Bogotá y Cartagena, los precios y la espantosa frase de “que no vivimos en ‘New York’ para pagar estas cuentas”, pero ¿ha pensado usted cuánto ha subido la vida y sigue subiendo?
Cocinar, mis queridos, no es tarea fácil, ni le regalan a uno los insumos; por tanto, si quiere comer rico, sano y vivir experiencias, no sea tacaño mentalmente. Aflójese el cinturón y coma sin pensar en cómo se afectará el producto interno doméstico. Si no, también hay caminos. Siga justificando el por qué tiene que comer comida rápida barata porque la vida ya no alcanza.
Hoy quiero recomendarles mi restaurante de la semana, donde la experiencia, los sabores y la calidad del servicio me dejan seguir volviendo sin pensarlo dos veces. Importante que pongamos nuestras reglas del juego: estos restaurantes no me pagan ni me regalan ni un vaso de agua, así que evítese el dolor de cabeza y el comentario pendejo.
Tremenda Sal y Dulce. Es mi descubrimiento más cercano a la comida para el alma en Bogotá. ¡Comfort food para los más exquisitos! Hierbas, especias y productos locales que hacen de cada plato una experiencia monumental. Le educan el paladar, obvio y sale con ganas de volver pues costo beneficio podría comer cinco días a la semana y no empeñar el alma ni desfalcar su marranito de $500.
Brunch o desayunos, almuerzos o menú Tremenda, el cual cambia todos los días de lunes a viernes y es un pequeño privilegio, cuando uno trabaja lejos de casa. Las noches de copas todos los días de la semana, es un plan en este lugar casi secreto. Ubíquese en la Calle 92 con 18 en Bogotá, una calle peatonal con unos jardines divinos, y llegó. Es un jardín secreto, con sabores y colores particulares que lo llevarán de día, media tarde o de noche a experimentar con sus sentidos.
Lo mejor y su más alto proceso que identifiqué es el servicio y la calidez en cada uno de sus empleados. Carolina Vásquez, chef y dueña, joven talento dirían las mamás; pero más allá de eso es una visionaria que ha recogido de varias culturas del mundo una mezcla perfecta de sabores y saberes que sin duda la ponen en la escena gastronómica local – Cra 18 No. 92 – 60 entrada por la peatonal.
Bueno piénselo antes de quejarse por las calorías, por la cuenta, por el tráfico. ¡Disfrute, salga, conozca y coma rico! Haga como yo: el que peca y reza empata. Como de todo, hago ejercicio y disfruto de las cosas simples de la vida a la hora de comer.
Nos vemos.
#MadamePapita
@ChefGuty para El Espectador. Mayo 19 de 2016.