¡Sí hay cama pa’ tanta gente!

“Y en una esquina Tito Puente

empezaba a pestañear

y volvió Celia a gritar:

Azúca’, no hay cama pa’ tanta gente”.

No hay cama para tanta gente, El Gran Combo de Puerto Rico

Muchos crecimos oyendo salsa en las emisoras, llevando el azúcar y el Azuca’, en la sangre. Celia Cruz, Tito Puente y los otros grandes salseros nos mandaron pa’ la calle y con mucha actitud. En una misiva de son y sabor, con sus mensajes nos enseñaron a comer y celebrar, de la mano de la diversidad de sus letras, llenas de lechón, café, ron y mucha azúcar, para la felicidad de quienes, año a año, nos saboreamos cada una de sus canciones.

Partiendo de esta dicha salsera, por estos días me han cuestionado muchísimo las irrespetuosas peleas de grandes gurús de la alimentación, sobre si es posible o no convivir todos juntos, comiendo bajo la dieta que a cada cual le dé la gana. Aquí sí que ha habido “cama pa´ mucha gente”: productores orgánicos, proyectos veganos, dietas omnívoras, comidas de moda… todo ha convivido siempre pues, como dice el dicho, en la variedad está el placer. Pero últimamente leo en prensa la satanización de los unos y los otros, y me pregunto si el palo está para cucharas.

Sé que parece una retahíla de dichos, pero de eso se trata: de recordarles cómo la cocina y la comida son propias de lo más profundo de nuestras raíces, de nuestra cultura y de nuestro trabajo diario en Colombia. La cantaleta de ir a comprar en la plaza, de buscar productores limpios cerca y de seguir escudriñando todos estos tesoros gastronómicos para mantener viva nuestra tradición no pelea con el médico de turno ni con la dieta que uno consuma. Degradar o desconocer que un ñame o guineo hacen parte de la dieta básica de la gente es como negar a la mamá.

No hay por qué ser más papista que el papa ni satanizar a los que no piensan o comen igual a nosotros. En últimas, nadie tiene la verdad absoluta y en esta realidad, tal y como la estamos viviendo, se trata de buscar un espacio, un equilibro en el que quien llega con una necesidad diferente no crea que se encuentra en un proceso de evangelización, sino de compartir y crecer en la multiplicidad de necesidades que tienen hoy tanto la industria gastronómica como el bolsillo de los colombianos. Entendamos que en la economía todos debemos unirnos.

Seguramente tendremos muchísimo que aprender como consumidores y nuestros colegios, mucho que mejorar en la alimentación de los pela’os. Incluso nosotros mismos deberemos propender por empezar a comprar con educación nuestra comida. Pero lo que no debe pasar es que partamos de que todo puede caer bajo un rótulo de “es malo”, o que todo enferma o, aún peor, esa recomendación, sin ningún sustento técnico o científico, de que es indispensable sacar de la dieta algunos de los productos básicos a los que pueden acceder miles de familias.

Mi mamá dice que uno se enferma muchas veces por no cerrar la boca, y, sí, tiene razón. Aquí cada uno sabe lo que puede y, lo más importante, hasta dónde puede. Pero no podemos perder de vista que, en un país como Colombia, las deficiencias y desigualdades alimentarias son enormes, como para volvernos adivinos y telegurús a la hora de predicar qué es lo único que se debería comer.

¡Piénsenlo! Celia siempre será la reina del son, y así hayamos creído el cuento de que no hay cama pa’ tanta gente, sí la hay, si tenemos espacio para son y sabor.

#MadamePapita

@ChefGuty para El Espectador. Febrero 26, 2021.

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