Si nos dejan

“Si nos dejan,

nos vamos a querer toda la vida.

Si nos dejan,

nos vamos a vivir a un mundo nuevo.

Y allá podremos ver

el nuevo amanecer

de un nuevo día…”.

… yo pienso que tú y yo, y todos en casa, podemos ser felices todavía. Porque, si nos dejan, nos vamos a comer lo que no está escrito. Anoten por ahí: si todos comimos en forma en la pandemia, con nuestras visitas cada media hora a la cocina para ver si la nevera no se había ido de paseo, no me imagino lo que va a suceder ahora que podemos volver a salir.

Esta semana se me salió el corazón en forma con la reapertura de los restaurantes, muchos otros locales gastronómicos y la actividad comercial. El día coincidió con el cumpleaños de un entrañable amigo, con quien comparto mi amor por la cocina, y no dudé un segundo en hacer una reserva en uno de mis restaurantes favoritos y literalmente levantar bandera en el sitio. Extraño, no puedo dejar de decirlo, pero encontrar tanta disciplina frente a las condiciones de bioseguridad, las mesas con su distancia, los cubiertos envueltos, la carta en digital para verla en el celular, me dio confianza. Pero, por encima de todo, lo que más amé y me movió el alma fue ver los ojos encima del tapabocas, ojos que reflejaban felicidad de volver a vernos con meseros, cocineros, los dueños del negocio… fue un reencuentro realmente emocionante.

Ya que estábamos en la calle, acompañé a mi amigo a un local de vinos y otras cositas ricas para picar. Ver desde la entrada la sonrisa de los empleados, la toma juiciosa de la temperatura y una buena porción de gel en mis manos fue sentirme de regreso a un lugar conocido pero además con la seguridad de cuidarnos.

Esta reapertura trae mucho para todos. La reactivación económica es más que comenzar a mover las máquinas. Es el regreso al trabajo para los que no habían podido hacer teletrabajo, como en el caso de estos locales. Es la esperanza de muchas familias de recuperarse un poco en su economía doméstica, tener una actividad diaria y, sobre todo, es el momento de que regrese la paz que muchos habíamos perdido entre la incertidumbre.

Este momento va a necesitar de todos para que permanezca y no tengamos, como el cangrejo, que regresarnos a casa. Las lecciones nos las están dando precisamente en cada puerta que atravesamos, donde nos toman los datos, nos aseamos un poco y damos la confianza de estar bien y poder acceder. Esta gloria ya alcanzada debe quedarse, y por eso la invitación para cada uno de ustedes es cuidémonos, querámonos, sigamos siendo estrictos, pero también salgan, vuelvan a las mesas, abran los vinos, disfruten con precaución, pero disfruten de este momento. Así moveremos no solo nuestra panza, sino la economía local y nacional, que se encuentran tan golpeadas.

Si nos dejan, nos vamos a comer el universo… y yo soy la primera en hacer desde ya mis reservas y alistar a mis amigos para esa cita tan esperada por más de cinco meses. Vamos a celebrar los cumpleaños de los que todavía dicen que este año no cuenta, vamos a darle a mamá o al cocinero elegido de la casa un descanso de la cocinadera diaria y nos vamos a dar un piquete más que soñado. Pero lo haremos sin aglomeraciones, sin poner en riesgo a nadie, sin atentar contra este momento que todos queremos que dure.

“Si nos dejan, te llevo de la mano, corazón, y ahí nos vamos”.

#MadamePapita

@ChefGuty para El Espectador. Septiembre 24, 2020.

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Otras columnas

Acompáñame cada semana a recorrer temas que nos unen a través de la comida y sus tradiciones, las recomendaciones de buenos lugares y viajes glotones, productos y emprendimientos que vale la pena destacar y un descubrimiento de nuevas alternativas de salud, alimentación y bienestar con los aceites esenciales.

Pollo es pollo y lo demás es cuento

En la vida, si uno es cuerdo y lo piensa bien, el pollo ha sido uno de los mejores compañeros de las mesas colombianas. Es una pieza fundamental de esas suculentas sopas que hacen parte de nuestra cultura de norte

Endúlzame la vida

Somos un país melcochudo y lo sabemos. Nos encanta el abrazo espichado y el beso en el cachete, con o sin motivo. Nuestra herencia gastronómica desde tiempos inmemorables está asociada a la azúcar, a la caña, a esos inmensos cultivos

Amor en “tuppers”

Después de un año de pandemia, de comer en casa, cocinar en familia y tener tiempo para consentir los gustos de todos, poco a poco volvemos a la presencialidad, a las loncheras para los niños que regresan al colegio, envueltos